El Creador de nuestras vidas determinó un propósito para que lo cumpliésemos en la tierra, pero el pecado, las distracciones, los afanes, la dureza de corazón, la indiferencia a la Palabra de Dios, nos obstaculizan conocerlo y, por ende, cumplirlo.
Como consecuencia de ello, por más que anhelemos una transformación en nuestro país y, en lo humano, hagamos lo necesario para que esto suceda, será difícil lograrlo.
Puede leer: Adviento es el tiempo más feliz y esperanzador de los cristianos
Únicamente cuando nace una necesidad imperiosa de arrepentimiento (por lo menos en un remanente de los gobernantes y del pueblo), de volvernos a Dios y no continuar haciendo las cosas como mejor nos parezca, afirmados en Jesús, el camino, la verdad y la vida, podremos accionar, conforme a la asignación que Él nos ha dado. Al hacerlo, iniciarán los cambios genuinos, en las diversas esferas de la sociedad, en las escuelas y colegios, en las instituciones públicas y privadas.
Se trata de impactar a los dominicanos con la verdad, con el deber ser de todas las cosas, el cual está plasmado en las Escrituras.
Es urgente que, como nación, clamemos a nuestro Dios: restáuranos a ti, oh SEÑOR, y seremos restaurados. Nada es imposible para Él.