«La Televisión Pública» de vanguardia no debe competir con los canales privados, al contrario con su autonomía debe garantizar contenidos formativos que por razones comerciales se excluyen en los medios privados.
La televisión pública tiene grandes retos por superar para brindar un verdadero servicio de Estado a la sociedad dominicana de cara a la implementación de la señal Digital Terrestre (TDT) en el país a finales del 2019.
El debate sobre los medios públicos en los últimos años había quedado en el olvido, pero con el avance de nuevas tecnologías y la convergencia digital, el tema ha sido retomado por académicos y gobiernos de Europa y América Latina; por lo que resultaría interesante que República Dominicana asuma un papel más activo en las discusiones en torno al tema de trascendencia global.
Es sano que el gobierno gestione mejores condiciones a propietarios de canales para dinamizar el proceso de digitalización de sus señales y el acceso a bajo costo del convertidor digital a las familias pobres; sin embargo, uno de los atributos fundamentales que debería promoverse es una televisión pública de vanguardia que evite competir con los medios privados y garantice contenidos formativos que por razones exclusivamente comerciales se excluyen de los medios dominantes.
Es evidente que si tocamos el factor comercial,estaríamos obligados a considerar que la televisión pública no es lucrativa, por lo tanto es necesario crear alternativas de sostenibilidad para garantizar su permanencia a través del tiempo.
El 01 de agosto de 1952 fue fundado La Voz Dominicana, primer canal del país y tercero de América Latina; más tarde el medio estatal cambio a Radio Televisión Dominicana y a través de la ley 134-03 se convirtió en la Corporación de Radio y Televisión (CERTV). Aparte de las partidas del presupuesto la norma incorporó un 10% de de la publicidad del gobierno y la competencia comercial como los medios privados en contraste con la tendencia mundial.
Al margen de ente regulador y dueño del espectro radioeléctrico, el Estado tendría que establecer una real defensoría de la audiencia que pueda exigir mejores contenidos, un uso racional de sus recursos y para lograrlo debe modificar la norma.Esto implicaría un rompimiento con la política gubernamental de la Corporación Estatal de Radio y Televisión (CERTV) a un enfoque más institucional, autónomo y de cercanía con la gente, como ocurre en Colombia y con menor intensidad en México.
Como consecuencia de un mejor uso del ancho de banda, se concibe nuevas señales, entre los cuales se agregarían los canales Congreso, Judicial, Cultura y UASD TV. «El Canal Cultural» debería fundamentarse en los módulos de la formación básica en sus diferentes niveles y UASD TV para la educación superior, mientras los demás medios representarán al Congreso y el sistema de Justicia. Todos tendrían enlaces a través de fibra óptica.
En cambio, la cultura general debe ser uno de los ejes fundamentales de la televisora y se necesitan acuerdos con algunas cadenas estatales de prestigio como DW TV (Alemania), RT (Rusia), NHK (Japón), y TV5 ( Francia) entre otros. De esta forma se fomentaría una mayor diversidad de audiovisuales con una visión universal y se complementará la programación con espacios de producción local enfocados a la idiosincrasia de los dominicanos y su sistema educativo.
República Dominicana es el país que cuenta con la mayor cantidad de emisoras de radio y televisión en relación al número de habitantes, pero la calidad de contenidos se ha degradado ante una inoperante Comisión de Espectáculos Públicos. Al promover la transformación integral del sistema de televisión pública podríamos prevenir a través de campañas de orientación males sociales como la desintegración familiar, la violencia contra la mujer, la delincuencia organizada y fomentar buenos valores en la sociedad dominicana.