En los albores del siglo XX, cuando el eco de los derechos de las mujeres apenas comenzaba a resonar, comienzan a erigirse los referentes y estandartes de la igualdad… Los retratos de aquellas mujeres subvertían el “orden establecido”, siendo visionarias del porvenir.
Eran mencionadas como una vibrante trinidad, tal como lo hizo el maestro Vetilio Valera Reyes cuando evoca a la libertadora Juana de Arco, la científica Madame Curie y la mística Santa Teresa de Jesús.
“Yo entiendo que es un error postergar a la mujer, error que arraigó en la conciencia de los pueblos bárbaros”, precisa el munícipe de San Pedro de Macorís.
Y es que la década de 1920 testificó un despertar sin precedentes en este sentido.
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Para la maestra María De los Santos Ozuna, los hitos sobre lienzos de Magdalena Lemaire, las relevantes interpretaciones sobre las tablas de Sarah Bernhardt y el liderazgo antibelicista de la reina Guillermina de los Países Bajos representan el espíritu indomable de la «nueva mujer», reivindicando sus derechos y mostrando el destino de la igualdad.
En el ámbito literario, las mujeres no solo se inician, construyen narrativas propias pese al silencio impuesto desde las editoriales.
La compilación de la feminista panameña Esther de Calvo destaca las poesías de su paisana, Nicolle Garay (“3 de noviembre”); las novelas de Teresa de la Parra (“Ifigenia”, venezolana); los múltiples escritos de Luisa Lusi (uruguaya, quien escribió “A través de los libros y autores”), y la prosa de Elena de Arizmendi (mexicana, autora de “Vida incompleta, ligeros apuntes sobre mujeres en la vida real”).
De hecho, cuando Carmen De Burgos rescata la voz de la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, subraya: “Ahora comienza en América la plenitud de la mujer.”.
Un siglo transcurre y los retratos de las visionarias son una fuente inagotable. Ellas enfrentaron adversidades y superaron barreras que parecían insuperables, demostrando que la perseverancia y la valentía son esenciales ante los desafíos.