Parte I
Existe un gran potencial para las novedades tecnológicas en las economías en desarrollo. En esta entrega nos concentramos en el Internet de las Cosas, IoT por sus siglas en inglés, y cómo esta tecnología puede crear valor agregado a las sociedades que la apliquen correctamente. El IoT es un concepto que hace referencia a la interconectividad digital de los objetos cotidianos que tienen acceso al internet. Aunque se estime un mayor valor potencial para las economías avanzadas, durante los próximos diez años, casi el 40% del valor potencial de este sistema podría ser generado por las economías en desarrollo. La diferencia se observaría por la aplicación adecuada que le proporcionen los usuarios en los distintos países.
Visualizar el uso real que se le daría a las aplicaciones del Internet de las Cosas crea una visión más amplia de posibles beneficios y retos. En un reporte sobre los impactos económicos, McKinsey Global Institute estima un impacto económico potencial por 11.1 millones de millones de dólares para el año 2025. De igual forma, manifiestan que la euforia pudiera subestimar el potencial de estas nuevas tecnologías, pero la captura del máximo beneficio posible requerirá una comprensión clara de cómo se puede crear valor tangible y hacer frente, exitosamente, a una serie de puntos, incluyendo la interoperabilidad de los sistemas.
Al continuar desarrollándose esta revolución, podemos asumir que los mayores beneficios los obtendrán los clientes. Los usuarios del Internet de las Cosas (empresas, otras organizaciones y consumidores) podrían capturar el 90% del valor que generan sus aplicaciones. Por ejemplo, el valor de la mejora de la salud de los pacientes con enfermedades crónicas a través del monitoreo remoto podría ser tan alto como $1.1 billones (millones de millones) de dólares por año hasta 2025. La digitalización disipa las líneas entre las empresas de tecnología y las demás empresas. Los fabricantes de maquinaria industrial están creando nuevos modelos de negocio, apoyándose en el uso de enlaces y los datos que pueden ofrecer sus productos como un servicio adicional.
La mayoría de datos que se pueden captar a través del Internet de las Cosas no se utilizan actualmente. Casi todos, por no decir todos, los equipos que utilizamos están interconectados a través del internet; las impresoras, relojes inteligentes, celulares, electrodomésticos, vehículos, entre otros. Por ejemplo, solo 1% de los 30,000 datos de un equipo de perforación de petróleo es utilizado.
Esto así porque los datos que se utilizan, hoy en día, son, en su mayoría, para la detección de anomalías y mantenimiento de controles, dejando a un lado la optimización y predicción que proporcionan un valor mayor para cada sistema.
Un ejemplo práctico se podría apreciar en las aplicaciones disponibles entre negocios, como Google con su historial de búsqueda y sus recomendaciones. Al interactuar varios negocios directamente con otros, pueden obtener mayores informaciones a las que acceden al enfocarse exclusivamente en aspectos puramente del consumidor. Mientras que las aplicaciones dedicadas al consumo atraen mayores atenciones y pueden generar ingresos significativos, tales como monitores de salud y carros eléctricos. Se estima que el uso dirigido a interacciones entre negocios puede generar casi el 70% del valor potencial habilitado por el Internet de las Cosas.
Para poder aprovechar todo el potencial de las aplicaciones del Internet de las Cosas, los países deben seguir evolucionando a la par con la tecnología. Su desarrollo conjunto proporcionaría menores costos a la vez que mejor análisis de datos que se pueden obtener con las nuevas aplicaciones. En casi todos los espacios, estos sistemas plantean inquietudes acerca de la seguridad de los datos y su privacidad. Y en la mayoría de las organizaciones, poder aprovechar las oportunidades de estas aplicaciones requerirá de una voluntad férrea para adaptarse a las consideraciones de los resultados arrojados por los datos. En una próxima entrega, estaremos exponiendo las implicaciones de los avances tecnológicos relativos a la “Economía de las Nubes” y otras de sus extensas aplicaciones.