Riqueza, violencia y previsión

Riqueza, violencia y previsión

Ahora que se habla de “pacto social”, en el gobierno de Salvador Jorge Blanco durante una cena con algunos de los principales empresarios del país, se analizaba la situación económica y uno de los más importantes del grupo propuso que todas las empresas se despojaran de las exoneraciones con que eran favorecidos, como un modo de contribuir a la solución de la crisis: poco faltó para que lo crucificaran. Es bueno saber que no todos lo que tienen, los muy ricos, piensan igual.
El desequilibrio económico es la principal fuente de problemas cuando el efecto demostración insulta a los que no tienen nada que perder, pues algunos tienen tanto que no hallan en qué gastar el dinero y transitan en autos de millones de dólares, en lanchas de lujo con una eslora que confunde a los desheredados, quienes piensan que esas embarcaciones son para transportar decenas o centenares de pasajeros. Ese efecto demostración que siembra paredes de más de dos metros para proteger mansiones miliunochescas, produce un rechazo que se manifiesta en el letrero: peligro, hay perro bravo.
Cuando una persona tiene tanto dinero que ha satisfecho hasta el mínimo de sus caprichos, puede caer en el engreimiento que permite despreciar a los demás y tratarlos con un aire de perdonavidas que ofende.
Mientras los nuevos ricos hacen ostentación de sus teneres, la mayoría pertenece a aquellos que el compositor cubano cantó: menos mal que existen, los que no tienen nada que perder, ni siquiera la vida. La vida se puede representar con aquella imagen de unos y otros halando en sus propias direcciones para doblegar, pero cuando quienes tiran de la soga son los menos, mejor temprano que tarde hay que atender los reclamos de los más, con la ventaja de que los más no reclaman relojes suizos de las marcas más exclusivas, ni automóviles europeos de gran cilindrada, capaces de alcanzar velocidades cinematográficas, no, las “vulgaridades” que demandan y reclaman los más son derecho a la salud, a la alimentación, al trabajo, a la educación, a una vivienda decente que le permita guarecerse de las inclemencias del tiempo.
Algunos de los hombres más ricos del planeta piden gravar a los que tienen más y ganan más, para disminuir las desigualdades sociales que provocan, de vez en vez, estallidos sociales que cuestan pérdidas de vidas, destrucción de propiedades, ahondan la división entre los pocos que tienen y los muchos desposeídos.
Bill Gates, Warren Buffet y ahora Li Ka-shing, el más rico de Hong Kong, piden aumento de impuestos para que los ricos paguen más y se atiendan las necesidades de los más.
Que el “pacto social” que nos impondrán, tome en cuenta a lo más, para que más tarde no haya que lamentar.

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