La politóloga Rosario Espinal analizó este lunes la actual crisis que vive la República Dominicana y Haití, describiendo como “un juego peligroso”, la estrategia adoptada por el Gobierno con el cierre de las fronteras binacionales.
Afirma que esta medida no es beneficiosa para ninguno de los dos países, ya que, de este lado, las pérdidas económicas son significativas y del lado occidental de la isla, aumenta la crisis humanitaria que atraviesa la vecina nación.
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Entiende que la situación actual responde a uno de los dos ejes discursivos implementados por el presidente Luis Abinader, en busca de un nuevo periodo al frente de la nación y que se divide en: “honestos y corruptos” por un lado, así como los “patriotas y antipatriotas”, por el otro.
A su juicio, el mandatario podría reelegirse únicamente con el planteamiento de lucha contra la corrupción, pero que busca coaccionar otros nichos, por lo que tiene el tema haitiano como un complemento.
Al ser entrevistada por las periodistas Edith Febles e Indhira Suero, para el programa El Día, Rosario Espinal indica que la República Dominicana “anda victimizándose por el mundo”, cuando es a Haití al que le toca velar por sus intereses.
“La República Dominicana, que anda por el mundo victimizándose… nadie le está diciendo a la República Dominicana que puede, pero la República Dominicana si podría hacer aportes importantes (…) porque a fin de cuentas, la historia nos puso juntos, no somos culpables nosotros, fue un problema de Francia y España, de hace muchos siglos”, sentenció Rosario.
Sin embargo, asegura que ese discurso es “rentable”, al punto que ha logrado hacer que la ultraderecha nacional rompa con sus antiguos aliados, (en el caso del expresidente Leonel Fernández por ejemplo) y ahora estén más cerca de su gobierno.
En mensaje al país, el presidente Luis Abinader garantizó la noche del domingo la seguridad nacional, al tiempo de ratificar el cierre fronterizo de manera indefinida, hasta que Haití detenga la construcción de un canal, para sacar agua del río Masacre, en la frontera por Dajabón.
Pese al cierre y las advertencias, Puerto Príncipe ha hecho caso omiso a las amenazas y continúa con su instalación, en un claro desafio a las presiones del gobierno dominicano.