Ryszard Kapucinsky Periodista para toda la vida

Ryszard Kapucinsky Periodista para toda la vida

POR GRACIELA AZCÁRATE
“Hay que tener presente que en mi han convivido dos oficios: e l periodista de agencia de prensa (agencia polaca Pap) y el historiador -escritor. Ser corresponsal, un trabajo agotador, era mi única manera de tener dinero para viajar. Como periodista estaba sujeto a los criterios de brevedad y ahorro. No podía ofrecer un cuadro completo de la situación, en mis artículos no había sitio para las sensaciones, el trasfondo de las cosas, los paralelismos históricos ni las reflexiones.

Trabajaba en los países del Tercer Mundo y redactaba informaciones muy pobres. Reducía todo a los hechos desnudos. pero así impedía que mis lectores obtuvieran un sentido de las proporciones. Fuera de su alcance quedaba un mundo inmenso. Por eso empecé a escribir libros. Volvía de los viajes con un material riquísimo que me permitía, en mi casa de Varsovia, explicar con calma el mundo de aquellos hechos que antes solo había contado telegráficamente”.

Ryszard Kapucinsky

El taller celebrado en Constanza, por OIT y el IPEC,  sobre el tratamiento del lenguaje y la noticia en los medios de comunicación sobre todo lo concerniente a la niñez y adolescencia ha sido  en mi caso un detonante. Como abrir un baúl lleno de sorpresas, de interrogantes y desafíos.

Muchas veces una escribe pensando que lo que  hace es un aporte y sin embargo, nacida y educada en una cultura autoritaria y avasallante, sin quererlo refuerza modelos que perpetúan la desprotección y el abuso de la infancia.

Inmersos en las nuevas tecnologías, en la globalización y en una deshumanización avasallante,  las guerras que siguen asolando el planeta son una degradación de la condición humana.

En esas realidades atroces, la niñez y la adolescencia son los indefensos y excluidos del sistema, son los que no tienen defensores para sus derechos.

Su indefensión es una bofetada en la cara a toda la sociedad, una ayuda memoria de la responsabilidad social que  le toca al género humano.

Cuando los periodistas que asistieron al evento argumentaron  como justificación en el tratamiento de la información de la infancia, las limitaciones impuestas por los  dueños de los periódicos, las exigencias de los jefes de redacción, las limitantes de espacio y las condiciones deplorables para ejercer el periodismo recordé a Ryszard  Kapuscisnki:  ell maestro del reportaje.

Historiador y reportero polaco, famoso por la calidad de sus entrevistas  y la publicación de más de veinte libros escritos sobre la realidad de los países del Tercer Mundo, África y Asia,  dice que la guerra convierte a los seres humanos en bestias.

“Cada guerra  es una derrota para todos. No hay ningún vencedor. He  visto muchas guerras, pero recuerdo especialmente cómo acabó la Segunda Guerra Mundial. Hubo unos días de euforia, pero luego fue saliendo a la luz la gran infelicidad que la acompañaba: los mutilados, los niños huérfanos, las ciudades heridas y arrasadas, la gente irremediablemente enloquecida”.

Considerado el “Reportero del siglo”, en el año 2003, recibió el premio Príncipe de Asturias y en una larga entrevista dio la clave de cómo llegó a ser un maestro en el oficio.

El secreto radicaba en su empatía y comprensión por los desposeídos, excluidos y marginados.

“Para mí una de las características del reportero es la empatía, esa habilidad de sentirse inmediatamente como uno de la familia. Compartir dolores, los problemas, los sufrimientos, las alegrías de la gente, que de inmediato reconocen si él está realmente entre ellos o si es un pasajero que vino, miró alrededor y se fue”.

Con modestia y muy ameno en la conversación contó que el haber nacido en Polonia oriental, (Bielorrusia) en una tierra pobre y sin recursos lo hizo  comprender y manejarse con naturalidad en esos otros escenarios donde la pobreza y la falta de alternativas son el pan de cada día.

Nacido en 1932, sobrevivió la guerra y la post guerra en una Varsovia arrasada, siendo él mismo un refugiado.

 En 1956, recién egresado de la Universidad de Varsovia como historiador aceptó un empleo en una agencia de noticias muy pobre.

Era el precio que tenía que pagar para escribir libros en el futuro.

“Yo sabía que para poder viajar por el mundo, a países apartados, sin tener dinero, debía pagar con un trabajo duro y difícil, tal vez el peor pagado del periodismo, el de la agencia de prensa. es para esclavos. Tenía que pagar este precio para luego escribir libros”.

Contó que la agencia le exigía  enviar notas cortas, por los costos y el tiempo y que esa nota escueta  era un periodismo pobre y formal de no más de 800 palabras. Lo peor  de todo era que no abarcaba la rica realidad de lo que estaba viviendo en África y el Asia. Tan rica, tan colorida y tan distinta a la europea.

Pero precisamente esa limitación lo indujo a escribir sobre eso que no entraba en los cables formales de la agencia de noticias, y en vez de irse a beber wisky con los otros reporteros al bar del  hotel, él se encerraba en su cuarto a escribir lo que no podía describir en el cable indigente de sólo 800 palabras.

Cuando en el taller se tocó el tema de la prensa sensacionalista, las afirmaciones del maestro retumbaron en mis oídos:

“Yo estoy en contra de la prensa sensacionalista. Olvidamos que un periodista es un ciudadano del común. Entonces como periodistas debemos tener responsabilidad no solo profesional, sino en el sentido ciudadano: ¿Es esto bueno para mi ciudad, para mi nación, o para mi patria? No en el sentido partidario, sino en el sentido más alto de la responsabilidad, no profesional sino ciudadana”.

En una entrevista publicada en “Sala de Prensa” una web para profesionales de comunicación iberoamericanos  dijo una frase que creo deberíamos reproducir como proclama: “El periodismo no es solamente una profesión, es una manera  de pensar y de vivir. Nosotros decíamos con cierto orgullo que el periodismo era ese algo que íbamos a hacer toda la vida. Esta profesión  requiere algo de sentido de misión, de vocación porque es muy dura y si no se tiene valentía es mejor cambiar de oficio”.

Entre la bibliografía que nos entregaron en el taller,  en el folleto” Prevención y eliminación del trabajo infantil y adolescente domestico” auspiciado y publicado por OIT, IPEC, SEM y ANNA en la bibliografía recomendada cita  el libro de Kapucisnki titulado” Los cinco sentidos del periodista” del Fondo de Cultura  Económica y Fundación Nuevo Periodismo, editado en  Buenos Aires, en el 2003.

Este maestro del reportaje, es un humanista, “ un hombre decente” más para sumar a mi galería integrada por Noam Chomsky y Edward Said.

Un hombre lúcido y sencillo que dice: “Actualmente vivimos un periodo de banalización de la palabra. La  palabra ya no tiene el peso de antes. A eso debemos sumar el peligro de esta profesión que es la rutina y creer que cuando se aprende algo ya lo sabemos todo. En el mundo de hoy la gente posee reconocimiento y educación y si el periodista quiere ser aceptado por la gente debe tener mucho mas conocimiento que ellos”

Para consultar las entrevistas en su totalidad:
Sala de prensa 2001. 37. Noviembre 2001.Ano III, Vol.2.
Sala de prensa 2003. 55.Mayo 2003 Año V. Vol. 2

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