POR DOMINGO ABREI COLLADO
Tendrá que pasar algún tiempo para que usted haga conciencia de que el uso de su celular está contribuyendo a la destrucción de la segunda área verde más importante del planeta después de la selva amazónica. Difícil de creer, ¿verdad? Pues mire lo que ha aparecido en Ecoportal, un sitio de Internet para información y educación ecológica; El teléfono celular y la minería, las peores amenazas para el Congo.
Se trata de una situación que ni se imaginaba uno, puesto que hasta ahora los celulares parecían los aparatos con menos incidencia en daños a la ecología o al ambiente, con excepción de los daños cerebrales que pueden ocasionar sus ondas.
Según Cristóbal Saura, de Ecoportal, la búsqueda de minerales como el coltán está en algunos suelos de una antigüedad de tres mil millones de años, como aquellos de la región del Valle de la Hendidura de África. Se usa con el niobio para fabricar los condensadores para manejar el flujo eléctrico de los teléfonos celulares.
La búsqueda de este mineral además del cobalto, uranio, oro y diamantes en las montañas del Congo, cuya diversidad biológica es considerada como inmensa, pone en mayor peligro de extinción animales como el hipopótamo, el rinoceronte, el bonobo, el okapi y al gorila de montaña, todos localizados en el Parque Nacional Virunga y zonas cercanas.
Muy conocida es esta zona donde vive el gorila de montaña porque en ella vivió sus últimos años la zoóloga Dian Fossey, desarrollando investigaciones durante 18 años sobre los gorilas.
Saura opina que parques como el Virunga, que además son Patrimonio de la Humanidad, deberían ser seriamente protegidas, aún en contra del desarrollo minero que atenta contra la existencia de los animales indicados, algunos de los cuales, como el gorila de montaña, no tienen ya otra oportunidad para sobrevivir.
La presión sobre esta zona, rodeando al volcán Virunga, ha cobrado la vida de casi cien guardaparques durante su trabajo defendiendo la zona protegida de las invasiones mineras.
El cobalto y el uranio se encuentran en la zona, pero en otras partes del mundo también, pero el coltán tiene el 80% de sus reservas mundiales en el Congo. Esto significa que una mayor extensión del uso de teléfonos celulares aumentará la presión en busca del coltán para su fabricación, lo que eliminaría en un tiempo indefinido al parque Virunga y a las especies animales que protege.
Coltán, guerras y crímenes
La búsqueda del coltán para la fabricación de celulares, junto a minerales como el uranio y el cobalto para la industria atómica y armamentista, mantiene a esta parte centro-occidental de Africa en constantes guerras en las que han muerto desde 1996 más de 3.9 millones de personas, según las estadísticas de la organización Amnistía Internacional.
Según la información servida por Ecoportal, en 1996 los Estados Unidos patrocinaron una invasión de fuerzas militares de Ruanda y Uganda hacia el Congo con el propósito de asegurar el control de la minería de la región, principalmente de los minerales indicados. En 1998 tomaron el control y ocuparon las áreas mineras estratégicas.
Como beneficio, el ejército ruandés comenzó a obtener ganancias por más de 20 millones de dólares por mes solamente por el coltán, del que Ruanda mantiene un monopolio de explotación y comercio.
El coltán sale de las minas a puestos comerciales clave, donde es comprado por mercaderes extranjeros. Las empresas con capacidad tecnológica para ello, convierten el coltán en tantalio en polvo y lo venden a empresas como Nokia, Motorola, Compaq, Sony y otros fabricantes de teléfonos celulares.
La red del tráfico, procesamiento, comercialización y utilización del coltán es increíblemente extensa, siendo su mayor característica la presencia del soborno, la guerra y el asesinato en toda su extensión, que para nada envidia al tráfico de drogas a gran escala en el resto del mundo.
Esta red según Ecoportal no solamente tiene la vinculación de empresas de la comunicación y la fabricación de celulares, sino que implica también fabricantes de armas y hasta organizaciones supuestamente humanitarias, entre las que menciona a CARE.
En relación con el uso de celulares, Sprocket, un periodista de las redes de Internet, ha opinado que éstos deberían llevar una advertencia sobre el hecho de que cada compra de un celular, creado con materiales crudos de Africa Central, causa la eliminación de especies en peligro de extinción.
¿Qué podemos hacer?
El uso de teléfonos celulares se ha hecho casi indispensable en la vida moderna, pero igual ocurre con los automóviles, no obstante el envenenamiento a la atmósfera y su aporte al calentamiento global ; los plásticos, no obstante la contaminación de ríos y mares; y la comunicación televisiva, no obstante su terrible carga de desinformación, transculturización y degradación moral.
A cada problema que se nos plantea en relación con nuestros hábitos nos planteamos a su vez ¿qué hacer?… y otro planteamiento, ¿lo enfrentamos solos o en grupos?
En realidad, la humanidad supuestamente avanza con cada invención que le facilita la vida. Sin embargo, cada nueva invención es el resultado de una agresión a una o varias especies animales o vegetales con las que compartimos el planeta.
Algunas de las nuevas invenciones en principio nos parecen totalmente inocuas al ambiente. En los años 60 nadie pensó que los plásticos causarían tantas muertes en los mares, y en la República Dominicana no se nos ocurrió que los plásticos serían la principal causa de inundación de la ciudad al taponar las alcantarillas.
El aspecto simpático e inofensivo de los celulares, cada vez más atractivos, coloridos, funcionales y serviciales, nunca iba a dejar traslucir que detrás de estas características se escondían tantas muertes y la amenaza contra tantos animales en un sitio tan alejado como Africa.
¿Qué podemos hacer? Dejar de ver los celulares como indispensables, limitando su compra y tratando de utilizar solamente un celular hasta el total agotamiento de su utilidad por lo menos, por ahora.
Ruanda, las guerras y la ecología
Uno de los episodios más sangrientos ocurridos en Ruanda fue la muerte de más de un millón de ciudadanos ruandeses como consecuencia de la guerra civil entre las etnias Hutu y Tutsi.
Sin embargo, luego de enterarnos de la situación de Ruanda en relación con la República Democrática del Congo y la minería del coltán, dejando mensualmente 20 millones de dólares de beneficios para el ejército de Ruanda, encuentra explicación la alimentación de las guerras, utilizando incluso razones étnicas para iniciarlas, como las diferencias entre Hutus y Tutsis.
Para entender mejor esa situación en Ruanda, relacionándola con la minería en el Congo tras el uranio, el cobalto y el coltán, la coordinación de la Asamblea Nacional Ambiental, ANA, organizará la presentación de la película A veces en Abril, sobre la guerra civil en Ruanda y sus resultados posteriores.
En la actualidad no se necesitan ya muchas evidencias para comprender que la mayoría de las guerras, sino todas, no tienen otra causa que la aprobación de los recursos naturales existentes en determinados países, principalmente en países pobres que se convierten en presa de políticas guerreristas para beneficio de las grandes corporaciones multinacionales.
Los resultados negativos para la ecología, el ambiente y los seres vivos van mucho más allá que las muertes directas durante esas guerras y mucho más allá que la pérdida de territorios.