Sabrina Gómez nos muestra verdaderos monstruos

Sabrina Gómez nos muestra verdaderos monstruos

Las apariencias siempre han engañado al hombre a través del tiempo y esto no solo se ha comprobado en la ficción en clásicos como Caperucita Roja, cuando se deja tejer en la red de mentira que le pinta el lobo disfrazado de una adorable e inocente abuelita.

También, en la vida real esos lobos se pintan de hombres vestidos con trajes de honestidad, diseñados con telas de pulcritud y cocidos en hilos de empatía.

Y de esta realidad es que nos habla “La Monstrua”, una mujer que nos narra las peripecias de una vida cargada de dolor y agonía detrás de un velo de mentiras.

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En medio de la sala Ravelo, Sabrina Gómez se transformó en “La Monstrua”, la mujer que nació condenada por ser diferente, por una sociedad injusta que la llevó desde su niñez a lo más bajo que puede hundir a un ser humano: privarlo se su libertad.

¿Y por qué el maltrato? por nacer con su cuerpo lleno de vellos, por tener una barba y una apariencia diferente a todas las mujeres. Por miedo a lo desconocido y a lo diferente.

Gómez, se adentra en la piel de Julia Pastrana, conocida como la mujer barbuda o la mujer mono, exhibida en circos del siglo XIX como un fenómeno, como un híbrido nacida para satisfacer los deseos de una sociedad que nunca le dio la oportunidad de vivir con dignidad.

Dirigida por Carlos Espinal, Sabrina llena el escenario de luto, de duelo, de sufrimiento y tristeza, no sin antes mostrar que en ocasiones el que parece el monstruo termina siendo la víctima.

En armonía con la música de Dante Cucurullo, “La Monstrua” se pasea durante toda la obra de lado a lado, sobre un escenario adornado por telas y maniquies, decorados con elementos de circo y un juego de luces que ambientaba las emociones, más un espejo que le recordaba a ella la razón de su desdicha.

Con la producción general de Marcos Malespín, este unipersonal que reta a Sabrina Gómez como actriz, se desarrolla en una línea de tiempo donde el pasado, presente y futuro se unifican por una historia que nunca tiene fin porque se va heredando de alma en alma, con cada persona que fue, ha sido y será discriminada, torturada, abusada y traumada.

El fin era su inicio

Después de la muerte de “La Monstrua”, cuando iniciaría su momento de paz y cuando el sufrimiento tendría punto y final, en ese punto inicia una nueva etapa de la historia, cuando su cuerpo ya no es utilizado pero sus recuerdos siguen vivos y la siguen atormentando, porque nunca escuchó un “perdóname”, porque nunca escuchó una estela de arrepentimiento, porque nunca tuvo la justicia que tanto merecían ella y su hijo. La obra continúa sus funciones hasta mañana.