Merilenny Mueses 
Con un cielo gris, tormentas eléctricas y ráfagas de viento, República Dominicana recuerda que hace 94 años el ciclón San Zenón dejó la ciudad destruida y con un saldo trágico de más de 3 mil muertos y miles de heridos, siendo uno de los huracanes más devastadores en la historia del país caribeño.
Como si se tratara de un símil, el aniversario del desastroso fenómeno natural que se hospedó en 1930, cuando el dictador Rafael Leónidas Trujillo tenía poco más de dos semanas en el poder, se recibe hoy con el pronóstico de que las lluvias se intensificarán al medio día, a la misma hora que entró San Zenón a la ciudad de Santo Domingo.
La furia de la naturaleza quedó evidenciada ese tres de septiembre con vientos que pasaban los 240 kilómetros por hora, arrasando con todo a su paso.
Edificios históricos, casas y árboles fueron arrancados de raíz, mientras que las inundaciones dieron la ilusión de estar en Venecia, ya que las calles eran ríos imposibles de cruzar.
Como si fuese una película de terror, barrios completos quedaron destruidos; ruinas, cadáveres, heridos y escombros se hicieron presentes.
Las autoridades procedieron a acumular los cadáveres en lo que es hoy el parque Eugenio María de Hostos, en la avenida George Washington, donde por su elevada cantidad recomendaron su incineración.
Inmediatamente después del paso del huracán, Santo Domingo se encontró en estado de emergencia.
Las comunicaciones con el resto del país estaban cortadas, y los esfuerzos de rescate se vieron obstaculizados por la magnitud de los escombros. Sin embargo, la solidaridad de los sobrevivientes y la comunidad internacional permitió una lenta, pero constante, recuperación.
Tal y como argumenta el historiador Ramón Marrero Aristy, en su libro «La República Dominicana Origen y destino del pueblo cristiano más antiguo de América», volumen III: «Barcos de guerra de Holanda, Inglaterra, Estados Unidos, Cuba y otros países, llegaron a Santo Domingo con gran cantidad de alimentos, para sustentar la población, que se hallaba prácticamente bloqueada, pues las carreteras y puentes que a ella conducen habían sido destruidos por la violencia de las aguas que cayeron el día 3», y añadió que brigadas de médicos extranjeros auxiliaron a la estropeada república.
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El huracán san Zenón no solo cambió la geografía física de Santo Domingo, también lo obligó a transformar su desarrollo urbano. La ciudad tuvo que ser reconstruida desde cero, lo que llevó el replanteamiento de la arquitectura.
Las casas destruidas estaban hechas de cinc y madera, por lo que fue necesario una nueva política de reconstrucción, más resistente para la prevención de futuros desastres.
Este fenómeno meteorológico fue tan trascendental que sus efectos, filmados por el dominicano Tuto Báez, fueron exhibidos como película en el cine Capitolio, que estaba en la calle Arzobispo Meriño, casi esquina El Conde, frente a la Catedral.
El film reprodujo las desgarradoras escenas durante y después del fenómeno. También se presentaron vistas de la ciudad meses antes del desastre, para fines de comparación. El producto de las taquillas Báez dispuso que fuera para auxiliar los damnificados. La película fue distribuida a nivel internacional por la empresa Paramount.
A pesar del cataclismo, San Zenón demostró la resiliencia del pueblo dominicano y su capacidad de resurgir de las cenizas, así como el ave fénix.
