Saquemos el  espíritu de Roma

Saquemos el  espíritu de Roma

Samuel Luna

(Parte 2)

Cuando en un país una gran población usa la política y el poder referido  para enriquecerse, para beneficiarse de manera personal, el caos ya está en camino listo para producir inestabilidad. Es que las sociedades poseen códigos morales y éticos que sirven de freno y de esperanza para vivir en una mejor comunidad, y cuando esos códigos son violados y pisoteados todas las esferas de la sociedad son afectadas y reina el descontento, el incumplimiento y la indiferencia hacia todo trabajo que genere una posible transformación. ¡Llega el caos!

Precisamente esto fue lo que sucedió con el Imperio Romano, existía una decadencia de valores y de moral, los emperadores (funcionarios) derrochaban el dinero con sus amigos, comían de forma desenfrenada  y bebían hasta perder el sentido. Además, se sentaban a ver los combates de los gladiadores romano, todo era un placer que caía en el entretenimiento con color a hedonismo. Como nación debemos tener mucho cuidado, el presidente y los funcionarios de la República Dominicana deben cuidar y valorar la forma en que modelan al caminar cada día por la alfombra del poder, y más cuando ese poder fue prestado de forma democrática por un pueblo desesperado y hurtado por sus mismos líderes que supuestamente existen para servir.

Hemos sido testigo de como en pleno año 2022 aún tenemos sectores sin energía y sin agua potable,  esto genera una brecha gigantesca entre ricos y pobres, genera desesperación y enfermedades debido a la falta de higiene. En el Imperio Romano los que poseían más recursos podían tener acceso a agua potable. En nuestro país escuchamos  personas decir que ellos no tienen problemas porque hicieron su pozo y tienen una cisterna para almacenar el agua; realmente, cada familia dominicana debería tener acceso a agua potable como un derecho y no como un privilegio. El agua potable y la energía en esta fecha ya no deberían estar en las agendas de los partidos políticos, este tema cardinal debe ser un derecho y no debe convertirse en una fanfarria que estimule los intereses de los partidos políticos.

Nuestros gobernantes se jactan de construir edificios y sistema de transportación, creo que podemos hacer carreteras y mejorar la infraestructura, claro, sin descuidar a la población la cual es el alma del Estado dominicano. El Imperio Romano fue excelente construyendo canales, sistema de comunicación, pero descuidaron no producir suficientes bienes para toda su población. Muchas veces el liderazgo político proyecta una conducta faraónica, dejando monumentos que certifiquen el trabajo de esa “empresa política”. En otros escenarios, la meta es cubicar para acaparar ingresos que se deslizan en los bolsillos de unos cuantos. Ese accionar no ayuda a desarrollar la confianza del pueblo, no establece un espíritu de cooperación. Roma descuidó su población, creo que nosotros estamos haciendo lo mismo, descuidando lo más valiosa, la vida humana y la dignidad. Creo firmemente que podemos frenar y diezmar esas prácticas antidemocráticas, todos nosotros podemos convertirnos en catalizadores para dejar las quejas y traer soluciones.

En la parte número uno de este artículo nos referimos que la corrupción era tan grande en el Imperio Romano que había un funcionario que mandaba a quemar las casas para hacer creer que era un accidente, luego ese funcionario llegaba al lugar del escenario y le compraba, en medio de la desesperación, la casa o propiedad al dueño, todo esto era un engranaje con las autoridades del Imperio Romano. Quizás esto no pasa de la misma forma, pero vemos como la ley en la República Dominicana es más dura con aquellos que poseen menos recursos. Hay un merengue que expresa que si se sigue apretando la tuerca se puede dañar la cosa; los dominicanos debemos parar el culto a los partidos políticos, debemos decidir qué realmente queremos; debemos aceptar sin temor y sin vergüenza que nunca hemos logrado un período de oro y que con el nivel de corrupción existente en todos los estamentos de la sociedad dominicana se nos hace casi imposible generar cambios sustanciales y permanentes.

Debemos de parar la tuerca, debemos identificar quién o quiénes la están apretando, debemos identificar personas serias que puedan y estén dispuestos a dar su tiempo y hasta su vida para crear un caos dentro del caos que genere vida y prosperidad en el pueblo dominicano. El esplendor de Roma pasó, tú y yo pasaremos, ¿qué legado queremos dejar? Si aún está vivo y puedes leer este artículo te invito a convertirte en una persona transformacional.