«Se hace camino al andar»…»El justo vivirá de la fe»

«Se hace camino al andar»…»El justo vivirá de la fe»

Tiberio Castellanos

Mi cristianismo es un sencillo culto a la Fe y a la Esperanza: «Se hace camino al andar»… y un ejercicio de compasión.

Sobre todo compasión a las mujeres. Porque, los hombres no tenemos cada mes La Regla. No quedamos preñados. No tenemos que abortar o ser victimas de ciertos médicos parteros. Y además, se ha fijado usted en todas las cosas que tiene que echarse encima una mujer para salir a la calle, y el pelo y el maquillaje. Y las pestañas. Y ahora, hasta las uñas, de colores.

Por supuesto, toda mujer que es madre de verdad y que «dá a luz» un hijo deseado, pasa por todo aquello que antes dije, feliz y contenta. Y Así sigue, en los casos que esa luz filial no pierda encanto ni fortaleza.

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Otros seres humanos a los que necesariamente tengo que compadecer son los que menciono como los que llegaron después. Y aclaro, no es que llegaron tarde. Me explico: esta civilización, la hicieron los europeos, eso creo. Aunque la luz vino del Oriente. Es cierto que hay algunos inventos que vinieron de China y de alguna otra parte. Pero la vida civilizada que a diario yo percibo aquí en Fort Worth, Texas, donde hoy me encuentro, es obra de los europeos, blancos y machos.

Los de otros orígenes hemos llegado después. Aunque yo siempre he pasado por blanco. Por otra parte aclaro también que veo compasiva y respetuosamente todo ese asunto de los «gays». Se sientan algunos de ellos «orgullosos» como dicen: «Fiestas del orgullo gay». O bien cultiven otra conducta.

Debo aclarar que esta civilización o estilo de vida a la que antes me referí como europea y de varones, ha conocido en todo tiempo el concurso de mujeres. Algunas de ellas muy ilustres. Pero hasta ahora, según ellas todavía reclaman, son los hombres quienes siempre han mandado y construido.

Me uno a los reclamos de igualdad de salario para hombres y mujeres que se desempeñan en un mismo empleo.

Pero no me parece saludable al buen funcionamiento de la sociedad esa lucha, ese afán para que una mujer «llegue» a todos los lugares a donde ha llegado un hombre, sea la montaña más alta o la presidencia de la república. Y me apresuro aclarar que critico el afán que ya mencioné, no el hecho de que una llegue y lo haga muy bien, como fue el caso de Margaret Thatcher, primera ministra de Gran Bretaña.

Otra cosa es la masculinización en los extremos que ya he visto: dos mujeres dándose golpes. Boxeo o cualquier otro «deporte» viril. Y me parece no es de verdaderos hombres contemplar esas peleas de mujeres.

Claro que pueden ser musulmanes, eso es cierto. Aunque no todo este drama viene de tan lejos. Aquí, entre gente que se dice cristiana, hay también niños sin madres y más numerosos, por supuesto, niños sin padres.

Bueno, hemos estado mencionando la compasión. Pero no creo que pueda imitar a Teresa de Calcuta, ni a Maximiliano Kolbe. Pienso que esa para mi es una cota muy alta.

Pero, ¿recuerdan aquella viuda y su monedita en el cepillo de aquella sinagoga?