Pese a que el presidente ruso trata de pasar la página sobre el tema, aun persiste la pesadez en el ambiente
El presidente ruso, Vladímir Putin, retomó ayer su agenda normal tras dedicarse cuatro días a apagar las consecuencias de la rebelión armada encabezada por el exiliado jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, mientras surgen las primeras informaciones sobre una purga en las filas de las Fuerzas Armadas.
Tras pasar la mañana en el Kremlin, el mandatario voló a Daguestán, en el Cáucaso Norte, para hablar de turismo y reunirse con el jefe de esta república, Serguéi Melikov, en una señal de que Putin quiere pasar página a este episodio, al menos en público.
Las purgas
El conocido canal de Telegram de información sobre la guerra en Ucrania Rybar señaló este miércoles que la rebelión armada “se convirtió en el motivo de purgas a gran escala en las filas de las Fuerzas Armadas».
“Desde hace varios días investigadores y representantes del Servicio Federal de Protección (encargado de la seguridad de altos cargos, incluido Putin) entrevistan a jefes de mando militar y a comandantes de unidades”, aseguró. Otros blogueros militares aseguran que la supuesta purga también afecta a los pilotos que se negaron a atacar las columnas de Wagner que se acercaban a Moscú el sábado y a los guardias fronterizos que tampoco frenaron a los wagner en la región de Rostov.
El diario The New York Times afirmó ayer, miércoles, que el general Serguéi Surovikin, jefe adjunto de las fuerzas rusas en Ucrania y el único mando militar al que decía respetar Prigozhin, conocía de antemano sus planes y no los comunicó.