Concluir la planificación estratégica y tener eficiencia para bajar al teatro de operaciones es la habilidad resolutiva deseada en servidores públicos o gerentes privados. Es en la calle donde se imponen los cambios. Esa es la vocación observada en el Ministerio de Salud.
La experiencia del Covid-19 lo demostró. Diagnóstico rápido, facilidades de internamiento con nuevas dotaciones de camas hospitalarias y tratamiento oportuno, son piedras angulares para manejar con efectividad el actual brote nacional de dengue. Fumigación para eliminar formas adultas del mosquito y eliminación de criaderos, son tareas que impactan. Sin embargo, el secreto está en el manejo de casos.
Como demuestra el Plan Estratégico Nacional de Salud 2030, las enfermedades causadas por arbovirus, transmitidas por Aedes Aegyptis: Dengue, Zika y Chicungunya, resultan del peso específico del cambio climático y la urbanización caótica acelerada.
Médicos, enfermeras, trabajadores y familiares deben hacer las preguntas correctas. Ante el brote declarado, toda persona que llegue a una consulta o sala de emergencias con fiebre, debiera ser considerada sospechosa por dengue, hasta que se demuestre lo contrario.
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Realizar un examen físico inteligente y ordenar un hemograma con medición de plaquetas salvará muchísimas vidas. Fiebre más piel enrojecida (erupción), ojos rojos, dolores en articulaciones, huesos y músculos. Dolor de cabeza y detrás de los ojos, sumados a hemograma con evidencias de reducción de linfocitos y plaquetas con aumento del hematocrito, son indicadores graves.
Son signos de alarma, igualmente, dolor abdominal, irritabilidad y somnolencia, sangrado de mucosas en boca (gingivorragia), epistaxis (narices), sangrado vaginal no asociado a menstruación. Así lo observé en Centroamérica, uno de los ambientes continentales más favorables del mosquito Aedes Aegyptis.
Asimismo, acumulación de líquidos valorada por examen físico o imágenes, crecimiento del hígado, vómitos persistentes y aumento progresivo del hematocrito en dos mediciones consecutivas. Los médicos deben asegurar hidratación correcta de cada paciente, estando bien alertas, al momento supercrítico, cuando se reduce de golpe la fiebre y el paciente se “hincha”.
Un país exitoso mantiene la tasa de letalidad por dengue menor de 0.05%. Es decir un fallecido cada 2,000 casos. La letalidad se calcula dividiendo los fallecidos confirmados por laboratorio o pruebas post-morten, entre total de casos diagnosticados con esta enfermedad, multiplicando este cociente por 100. Casos y fallecimientos ocurridos en un momento y lugar concreto.
El manejo de la hidratación de los pacientes es un secreto de impacto. Se recomienda utilizar esquema de hidratación oral intensa en pacientes con dengue para disminuir formas graves y complicaciones. Alcaldes y directores de distritos municipales por ley están obligados a involucrarse. Si así se hace, salvaremos muchas vidas.