La frase que sirve de título a esta entrega es del director del Instituto de Bienestar Estudiantil (Inabie), Víctor Castro Izquierdo, quien en una extensa entrevista al periódico El Día describe de esa manera lo que encontró en la institución.
El funcionario dijo estar asombrado, pero dejemos que diga porqué con sus propias palabras: “Compraron zapatos de damas número 46 para niñas, que estamos buscando alguna entidad caritativa para favorecerla; también franelas y zapatos para niños de cuatro años, cuando la educación pública del Minerd comienza a los cinco años”.
Entre las anomalías que citó está el hecho de que la entidad invirtió millones de pesos en becas en colegios exclusivos para hijos de funcionarios, que por cierto no identificó, pero también la “travesura” de borrar la base de los archivos digitales de este año, que gracias al auxilio de técnicos de otras instituciones se logró recuperar.
La lista de las irregularidades aireadas por el funcionario es tan extensa como bochornosa, pues pone al desnudo, de manera descarnada, hasta dónde llegó la corrupción en esa entidad pública, que cuenta con uno de los mayores presupuestos del Estado, pues ronda los 30 mil millones de pesos.
Eso permite hacerse una idea de las dimensiones del saqueo, al que por desgracia trató de dársele continuidad en el Gobierno del Cambio, como reveló recientemente el director de Contrataciones Públicas, Carlos Pimentel, quien declaró que una investigación determinó que funcionarios de este gobierno y proveedores del almuerzo escolar formaron un entramado para aprovecharse del presupuesto de la institución.
Pero sean del anterior o de este gobierno, que según el funcionario cometió el “error” de seguir el esquema encontrado en el Inabie, los responsables de esas irregularidades deben ir a los tribunales, para que esta sociedad, con sed atrasada de justicia, pueda sentir que las cosas están empezando a cambiar para los corruptos.