Semáforos, poder y disgusto

Semáforos, poder y disgusto

Carmen Imbert Brugal

La reacción presidencial a la amenaza de Diosdado Cabello, ministro de Interior, Justicia y Paz de Venezuela, fue bienhechora. Diplomacia a la usanza madurista, el “yo te agarro en la bajaita”, recibió respuesta con testigo de excepción incluido.

Quizás el secretario de Estado de EUA desconozca que aquí existe un ministro para Políticas de Integración Regional, secretario general del Movimiento Izquierda Unida, que llama mentiroso y servil al Gobierno y afirma que el presidente sabe todo lo relacionado con los aviones venezolanos incautados por EUA en nuestro territorio.

Los vaivenes de la semana pasada no fueron auspiciosos para el nuevo mandato. Veinticuatro días después del espectáculo de la juramentación y la presentación del proyecto que declara la necesidad de la reforma a la Constitución, acontecimientos impropios de la perfección oficial alteraron el equilibrio. Tapabocas por aquí, encubrimiento y burla por allá, activaron la estrategia que ha permitido mantener la aceptación a todo lo que provenga de Palacio.

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Inocultable la crisis en el sector eléctrico, más el lance con los aviones, ayudaba a la distracción la atención puesta en las opiniones de diletantes y especialistas en Derecho Constitucional con sus reparos y piropos a la obcecación reformadora.

Sin embargo, hubo un desvío inesperado, lo produjo la más que poderosa empresa Transcore. A pesar de las prédicas soberanistas, de lo que no se ve ni se sabrá de la visita de Blinken, algo huele diferente y no es en Dinamarca.

Cinco días después del caos anunciado y provocado por uno de los dueños de la empresa Transcore, el director del Intrant, hombre de la industria eléctrica, demostró bajo voltaje en el manejo de crisis. Compartió su versión de los hechos que originaron el desbarajuste sin precedentes en el tránsito capitalino.

La nación se enteró que nunca había sido suspendido el contrato para “la Modernización, Ampliación, Supervisión y Gestión del Sistema Integral del Centro de Control de Tráfico y la Red Semafórica del GSD», suscrito con Intrant, cuyas irregularidades fueron denunciadas por el director de Contrataciones Públicas, mediante una Resolución validada por el TSA.

El caso fue remitido a la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción -Pepca- “a fin de que investigue las acciones ejecutadas», noviembre 2023.

La inercia e indiferencia de la Pepca permitieron la tranquilidad a un desafiante empresario que en su ADN lleva la marca de la impunidad anidada en el manejo de información privilegiada.

El director del Intrant le dijo a Contrataciones Públicas, a la Pepca y al ícono ético de Palacio, que fue el 27 de agosto que la empresa decidió suspender el trabajo de control de los semáforos para demostrar su poderío.

El refajo quedó al viento y un guasón que consulado no necesita, alteró el tránsito en Ciudad Gótica. Más que tierras raras, hay actitudes extrañas, arrebatos inconcebibles, como vender lo que no tenemos.

La simpatía que tiene el Gobierno, avalada por la Encuesta de Cultura Democrática, permite y excusa desatinos.

Es arriesgado, empero, abusar del encanto. No solo a la directora de Ética le disgusta los contratos que “se suspenden, pero se siguen cumpliendo”.