El Senado de la República ha actuado con responsabilidad, conforme a la Constitución y a las leyes, al aprobar con el voto unánime de 24 senadores presentes el proyecto de Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas, estableciendo las primarias abiertas como mecanismo de elección interna en sustitución de las Asambleas de Electores y Convenciones de Delegados para la escogencia de candidatos.
Un gran paso de avance democrático siempre viene acompañado de la polémica feroz y de discusiones bizantinas para sustentar posturas netamente políticas, porque el tema de las primarias abiertas o cerradas es fundamentalmente político y su solución es política; el Senado ha actuado conforme a los mejores intereses políticos del país.
Se equivocan quienes esgrimen el argumento de que las primarias abiertas han sido introducidas para favorecer la reelección del presidente Danilo Medina. La aprobación de la ley de partidos es un reclamo universal y la erradicación de las primarias cerradas en modo alguno elimina el impedimento constitucional que afecta al primer mandatario. Eso ocurriría solo con una reforma constitucional.
El quid de la cuestión estriba en que es preferible el método de primarias abiertas y simultáneas a que un secretario de organización mantenga secuestrado y pueda manipular el padrón cerrado del partido, sobre todo si ha recogido miles de firmas a favor de determinado precandidato; son mejores las abiertas, pues evitan que una comisión organizadora viabilice acuerdos de aposento entre dirigentes, como acaba de ocurrir dentro del PRM, donde Hipólito Mejia y Luis Abinader acordaron tras bastidores proponer a las bases al Senador Paliza y a Carolina Mejia, afectando las posibilidades competitivas de otros aspirantes.
El Senado actuó responsablemente. No impone nada a nadie; sencillamente, cumple su deber. La minoría senatorial que abandonó sus curules ejerció la disidencia.