Ilia tiene cara de cansado. Maltratado y torturado por unos hombres con uniforme militar en Chechenia, este homosexual huyó hasta Moscú con el miedo en el cuerpo. «En Chechenia, solo podía elegir entre mentir o morir», cuenta.
A sus 20 años, Ilia se esconde en una casita de ladrillos rojos en las afueras de la capital rusa, donde reside junto a otros cinco chechenos que también tuvieron que abandonar la pequeña república musulmana del Cáucaso ruso.
Todos se niegan a revelar su verdadera identidad por temor a ser identificados y perseguidos.
«Si uno de mis familiares se entera de que soy homosexual, no dudará en matarme», explica Nortcho. «Y si no lo hacen, entonces alguien los matará por no haber restablecido el honor de la familia», asegura.
La homofobia es común en Rusia, pero no alcanza el extremo de Chechenia, donde la homosexualidad, considerada un tabú, es un crimen pasible de muerte en la mayoría de las familias.
A finales de marzo, una investigación del diario independiente Novaia Gazeta suscitó mucha indignación. El medio, conocido por sus artículos críticos con Ramzán Kadírov, el hombre que dirige Chechenia con mano de hierro desde hace diez años, asegura que los homosexuales son blanco de las autoridades locales.
Según el periódico, las fuerzas de seguridad detuvieron a más de cien homosexuales e incitaron a sus familias a matarlos para «lavar su honor».
Novaia Gazeta añade que al menos dos personas murieron a manos de sus familiares y una tercera falleció como consecuencia de actos de tortura.
Los defensores de los derechos humanos llevan años denunciando abusos y secuestros por parte de las milicias del poder, los llamados ‘kadirovtsi’.
El portavoz de Kadírov rechaza las acusaciones de Novaia Gazeta como si nada. No puede haber abusos contra los homosexuales en Chechenia porque «no existen», según él.
La publicación de la investigación también suscita críticas en el extranjero, entre ellas la de la embajadora estadounidense en la ONU, Nikky Haley, que se mostró el lunes «preocupada» por esas informaciones.
«Respiro»
En Moscú, la Liga LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) ayuda a los chechenos que huyeron de la república musulmana. La organización, que recibe «entre tres y cuatro llamadas de auxilio al día», ha evacuado de la capital rusa a 30 personas en peligro, según Olga Baranova, responsable de la oficina de la asociación en la ciudad moscovita.
Aunque Ilia vive ahora a más de 1.800 kilómetros de Grozni, la capital chechena, se sobresalta cada vez que un coche se acerca a su casa, protegida por una reja.
«Al ayudarme, la Liga me ha dado un respiro, pero acabarán por encontrarme», susurra.
En octubre, tres hombres con uniforme militar le llevaron a un campo y le golpearon. Una inmensa cicatriz cruza la parte baja de su cara. «Lo grabaron todo. Me dijeron que lo pondrían en las redes sociales si no pagaba 200.000 rupias (3.350 euros). Me endeudé y pagué», cuenta con un hilo de voz.
Después, huyó a Moscú. «Unos militares fueron a ver a mi madre y le revelaron que soy homosexual», recuerda. «Estoy asustado. No he logrado dormir desde que me fui de Grozni», revela.
«Tiranía absoluta»
Z. abandonó Chechenia hace dos semanas. Él tampoco consigue dormir. Tiene demasiado miedo a que su mujer y sus dos hijos descubran su homosexualidad.
En marzo, le encarcelaron «en una prisión no oficial» durante una semana. «Había otros homosexuales en la celda, algunos habían recibido palizas», dice. «Cuando me liberaron, entendí que tenía que marcharme lo antes posible», declara.
Para Tania Lokchina, del Observatorio de Derechos Humanos, «bastaría con una llamada del Kremlin a Kadírov para acabar con los arrestos».
Oficialmente, la fiscalía general abrió una investigación el lunes. Pero la policía dice que no recibió «ninguna denuncia» de víctimas, según la delegada rusa para los derechos humanos, Tatiana Moskalkova, citada por la agencia TASS.
«Es sencillamente imposible imaginar que alguien vaya a testificar sin garantías de seguridad», se indigna Lokchina. «Las personas de la comunidad LGTB, que ya son muy vulnerables, no solo temen a las autoridades, sino también a sus propias familias», añade.
Para la periodista Irina Gordienko, de la publicación Novaia Gazeta, amenazada de muerte por el gran ‘muftí’ checheno tras su investigación, Kadírov ejerce una «tiranía absoluta» en Chechenia con el acuerdo tácito del Kremlin. «Esa es la clave del problema: la impunidad de las autoridades chechenas», concluye.