Ser presidente de un país con grandes debilidades institucionales, donde la impunidad y la corrupción operan como medios para facilitar la movilidad socioeconómica de determinadas personas y grupos, así como sin mecanismos creíbles y eficientes para enfrentar los efectos de una crisis sanitaria y económica sin precedentes, provocada por la pandemia mundial COVID-19, es, sin lugar a duda, una tarea difícil para cualquier ser humano. En función de lo planteado, cabe resaltar que a Luis Abinader le ha tocado ser presidente en el marco de la incertidumbre y los desafíos provenientes de fenómenos imprevisibles. Son las grandes crisis las que permiten consolidar y conocer a los grandes líderes nacionales, regionales y mundiales.
El entorno social, económico y político, en el que Luis Abinader Corona y Raquel Peña tomaron posesión como presidente y vicepresidenta de la República Dominicana, respectivamente, para el período 2020-2024, se ha caracterizado más por amenazas concretas que por oportunidades reales. Es decir, las múltiples dificultades que ha tenido que afrontar Luis Abinader durante los nueve meses que tiene como jefe del Estado dominicano, son indicadores cualitativos y cuantitativos importantes para comprender la complejidad de ser presidente en momentos de crisis.
Para asumir con optimismo, responsabilidad, transparencia y resiliencia el control político, social y económico de un país inmerso en crisis sanitaria, descrecimiento de su economía, pérdida de empleos, debilidad institucional, corrupción en las instituciones públicas, dependencia de los poderes Legislativo y Judicial del Ejecutivo, prácticas empresariales nefastas para el interés colectivo y falta de credibilidad en la mayoría de las agencias del Estado, es necesario tener sentido amplio y profundo de la historia. En la presente coyuntura, el presidente Abinader se percibe como un director de orquesta sinfónica que realiza esfuerzos insólitos para que sus músicos interpreten correctamente la partitura que él dirige.
Dicho de otro modo, a Luis Abinader le ha correspondido ser presidente de un país que padece diferentes tipos de crisis. Al margen de la mezquindad, del fanatismo político-partidista y del razonamiento irracional, hay que reconocer que en las decisiones, actitudes, decisiones y opiniones del presidente Abinader, se perciben de manera clara sus intenciones, deseos y fe por transformar la República Dominicana en un lugar decente y próspero para todos sus ciudadanos, independientemente de los obstáculos institucionales, económicos y políticos que existen en el entorno actual. Nadie en su sano juicio podría ignorar el empeño que pone el presidente Abinader por adecentar el funcionamiento de la sociedad dominicana. Por ejemplo, conformación de un equipo de abogados para recuperar patrimonio público robado.
La calidad, cantidad y continuidad de los esfuerzos que lleva a cabo día a día Luis Abinader, confirman su extraordinaria e inquebrantable aspiración tendente a devolver a la sociedad dominicana las cosas positivas que le han arrebatado. Pese a los efectos derivados de la crisis sanitaria actual, la que a su vez ha puesto en riesgo el crecimiento de la economía, la generación de empleos dignos y el progreso individual y colectivo de los ciudadanos, el presidente trabaja para que los dominicanos de hoy y mañana puedan vivir en una sociedad segura, con un sistema de salud pública eficiente, una Procuraduría General independiente del Poder Ejecutivo, con capacidad para perseguir y castigar a los que violan las leyes y sustentan la impunidad y la corrupción, así como una Cámara de Cuentas que asegure la transparencia y el buen manejo del patrimonio del Estado dominicano. Hay que pedirles a las Tres Divinas Personas: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, para que ayuden a los colaboradores gubernamentales y compañeros políticos del presidente Luis Abinader a entender lo que significa e implica ser presidente de un país pobre en medio de una crisis sanitaria sin precedentes. Ojalá que cada uno de los músicos que integran la orquesta sinfónica que dirige Luis Abinader (Estado dominicano) cuenten con las competencias y habilidades necesarias para interpretar correctamente las partituras que éste quiere que toquen. Cuando los músicos desafinan, el auditorio se enoja y se marcha para siempre.