Nueva York. Serena Williams cierra el telón. Ha sido la tenista más dominante de los últimos 20 años, dentro y fuera de la pista.
Tiene una fortuna valorada por ‘Forbes’ en 260 millones de dólares y es la única deportista incluida en la lista de las 100 mujeres más ricas del mundo. Su empresa, ‘Serena Ventures’, cuenta con un porfolio de 60 compañías.
Criptomonedas, alimentación, psicología, franquicias deportivas. Así invierte la leyenda estadounidense. Con su carisma ha cambiado la historia del tenis.
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Rompió barreras sociales y deportivas y de la humilde ciudad californiana de Compton ha llegado al techo del mundo.
Dejará el tenis con 23 ‘grandes’ y 73 títulos. A su innato talento deportivo añade el olfato para los negocios, siendo una de las personalidades más codiciadas por las marcas incluso en un período en el que ha estado lejos de las pistas.
Ella misma dibujó junto a Nike, la firma que le acompañó durante la mayoría de sus éxitos deportivos, una equipación especial con cientos de diamantes y unos zapatos con detalles en oro de 1.5 quilates con la escrita ‘Reina’, ‘Mama’ y las iniciales ‘SW’. Prendas y zapatos especiales para afrontar el que será el último Abierto de Estados Unidos de su carrera, según sugirió en una reciente entrevista.
A sus 40 años, ofreció el último miércoles una nueva muestra de su incansable espíritu competitivo, regalándose una extraordinaria victoria contra Anett Kontaveit, número dos del mundo, para prolongar su camino neoyorquino. Serena no quiere hablar de ‘retirada’, sino de ‘evolución’, un proceso que le verá dedicarse a su familia, a su hija Olympia, de cinco años, y a ‘Serena Ventures’.
Sus empresas valen más de 1,000 millones
Tres cuartos de las empresas en las que invierte Serena son fundadas por mujeres o personas de color, según datos oficiales. La leyenda estadounidense reconoció recientemente que le gusta perseguir ‘unicornios’, al referirse a su voluntad de salir del carril y no homologarse.
Así, invirtió en ‘Zigazoo’, la red social más grande del mundo para los niños, en ‘Nestcoin’, activa en el ámbito de las criptomonedas, ‘Infinite Objects’, especializada en Token No Fungibles (NFT), ‘Esusu’, una consultoría que ayuda a mejorar el crédito, y también en productos cárnicos elaborados a base de plantas ‘Impossible Foods’.
Su portafolio de empresas tiene un valor que el ‘Wall Street Journal’ estimó recientemente en más de 1.000 millones de dólares y la gestión de estas inversiones ya forma parte habitual de la vida de Serena.
“Me despierto y me voy a la oficina. Ahora que todo es digital, simplemente me siento y contesto a llamadas todo el día. Cuando Olympia se va al colegio, yo me voy al trabajo”, contaba en una reciente entrevista a medio citado.
La fuerza de las ideas
Un 76 % de las empresas de Serena Ventures pertenecen a dueños y fundadores que “no cuentan con adecuada representación». Un 52 % de estas empresas pertenecen a mujeres, un 47 % a personas de color y un 12 % a empresarios latinos, según datos facilitados por Serena Ventures.
“Me gusta invertir en empresas que tienen fundadores creíbles. Se trata del fundador, de si nos gusta la empresa, si el fundador tiene una buena historia y de la razón por la que eligió ese negocio”, afirmó Serena en una reciente entrevista.
Siempre atenta a las oportunidades de negocios, Serena también formó parte recientemente junto al piloto de Fórmula 1 Lewis Hamilton del grupo de inversores que presentaron ofertas para adquirir al Chelsea, club de la Premier League inglesa.
La estadounidense apoyó la oferta del consorcio liderado Martin Broughton, expresidente del Liverpool y de la aerolínea British Airways, poniendo en la mesa cerca de doce millones de euros, aunque finalmente el club inglés recaló en las manos de Todd Boehly, copropietario de la franquicia de Grandes Ligas de béisbol Los Ángeles Dodgers.
Sin embargo, cuenta con cuotas de los Miami Dolphins, de la NFL, y del Angel City, equipo de fútbol femenino de la NWSL.
Compromiso benéfico
Más allá de los negocios, Serena siempre ha dedicado importantes esfuerzos y donaciones a actividades benéficas, siendo además embajadora de UNICEF y fundando dos colegios en Kenia, en 2008 y en 2010.
A eso añadió habituales visitas a colegios y comunidades de bajos recursos económicos para compartir su experiencia y apoyar a los jóvenes que crecen en ambientes considerados de ‘alto riesgo’.
Durante la pandemia del coronavirus, Serena también dio su aportación para facilitar mascarillas a las personas con menos recursos.
“Soy súper competitiva, veo esto como un ‘bonus’. No tengo nada que demostrar, no tengo nada más que ganar. No tengo absolutamente nada que perder. Honestamente, no jugaba en estas condiciones desde 1998”, afirmaba Serena tras su última victoria ante Kontaveit.
Se ganó el lujo de competir por pasión hacia el deporte y lo dejará como una leyenda.