PARÍS.- Cuando se tiene un palmarés tan impresionante como el de Serena Williams los desafíos solo pueden venir de la leyenda y la número uno del mundo tratará en Roland Garros, que comienza mañana, de superar los 21 Grand Slam que tiene la alemana Steffi Graf.
En un circuito del tenis femenino volátil, Serena aparece como el único valor seguro, sobre todo tras la retirada por dopaje de la rusa Maria Sharapova.
La estadounidense parte como la favorita clara para el triunfo final, pese a que desde que el año pasado se impusiera en Wimbledon sus resultados no han sido muy regulares.
El triunfo en el pasado torneo de Roma, el primero desde agosto de 2015, sin ceder un solo set, ha contribuido a despejar el horizonte de la jugadora, que a punto de cumplir 35 años, había dado signos de agotamiento.
Si no fuera porque es conocida su ambición vencedora, parecería que Serena ha programado que sea París el escenario en el que supere el récord de Graf.
Cuando el año pasado se impuso en Wimbledon, igualando los 21 grandes de la alemana entre 1987 y 1999, todo parecía indicar que no había rival a su altura. Solo la historia.
Los récords parecía que caerían uno tras otro. Serena podía conquistar los cuatro Grand Slam en una misma temporada, algo que Graf hizo en 1988 y convertirse también en la tenista con más grandes.
Pero la italiana Roberta Vinci le sorprendió en las semifinales del Abierto de Estados Unidos, lo que abrió una espiral negativa en el juego de la estadounidense. El récord tenía que esperar.
Tampoco lo pulverizó en el pasado Abierto de Australia, donde la alemana Angelique Kleber apareció en la final para salvaguardar la marca de su compatriota.
Serena parecía atormentada por ese récord y en la final de Indian Wells volvió a perder, esta vez contra la bielorrusa Victoria Azarenka, mientras que unos días más tarde perdía en octavos de Miami frente a la rusa Svetlana Kuznetsova.
Asentada en una montaña de dudas, la estadounidense se aferró a Roma como plataforma de lanzamiento de su victoria en París y su asalto al récord.
De conseguirlo, lo haría en el Grand Slam que menos veces ha ganado, pero donde el año pasado logró imponerse en condiciones especiales, víctima de una gripe que le hizo mostrar limitaciones físicas que no le privaron de su tercer Roland Garros.
Capaz de lo peor y de lo mejor en la tierra batida parisiense, donde participará por decimoquinta vez, sus principales rivales sobre el papel son la polaca Agnieszka Radwanska, número dos del ránking pero que no cuenta con ningún grande en sus vitrinas, y la tres, la alemana Kerber, que en Australia logró el primero.
A menos que París vuelva a dar alas a la española Garbiñe Muguruza, cuarta del mundo, que se dio a conocer al mundo entero cuando derrotó en Roland Garros a Serena Williams en 2014.
La oriunda de Caracas, que el año pasado alcanzó la final de Wimbledon, espera serenar su juego y encontrar la regularidad que le permita dominar un circuito demasiado dependiente del dominio de la número uno.
Sin Serena y la motivación de sus récords, difícil encontrar en el cuadro de mujeres luz suficiente para determinar quien levantará el 4 de junio la copa Suzanne Lenglenn.