Las islas del Caribe, así como las de Vicioso, son espacios delimitados por agua y sal donde se vive una simultaneidad de tiempos históricos y míticos que configuran un presente permeado de pasados.
Sherezada (Chiqui) Vicioso es una dominicana con tantos nombres como identidades y ocupaciones. Esta multiplicidad se enfatiza en las notas biográficas que sobre ella se han escrito y parece estar al centro de su imagen como intelectual. En este trabajo me centraré en su historia según la narra ella misma en “An Oral History” (Testimonio), la entrevista transcrita y traducida por Nina Scott que aparece en Breaking Boundaries: Latina Writing and Critical Readings (1987). Me interesa la forma retórica que toma su narración en este texto y que define una trayectoria de cambios y transformaciones que están al centro de la voz poética que se desarrolla hasta la escritura de Eva-Sión-Es, su poemario trilingüe. En el poemario, encontramos por el contrario, la simultaneidad caótica de una voz madura que plasma de lleno la identidad compleja y caribeña que la define.
Para la lectura de “An Oral History”, me apoyo en la formulación teórica de David Vázquez en su libro Narrative Strategies forNavigating Latino Identity (2011). La narrativa autobiográfica, según Vázquez, toma como punto de partida las dos identidades conocidas o pre-fijadas: la asignada por el país de origen y la que se le asigna en los Estados Unidos, para trazar una tercera identidad que se define a través de una dialéctica con las identidades anteriormente asignadas. En el caso de Vicioso este proceso de auto construcción, se da de una forma específica que descubre y acumula fragmentos que se van convirtiendo en esa nueva identidad que el texto propone.
En los poemas, se da una multiforme y simultánea comprensión de lo caribeño, por lo que me parecen más apropiados para su análisis los tropos acuñados por Antonio Benítez Rojo en la Isla que se repite (1989). El caos, la isla que se repite, el ritmo, el meta-archipiélago, el mito, la fuga y la paradoja, son algunos de los componentes que según el teórico cubano, definen al Caribe. Propongo que en Eva-Sión-Es, la voz poética se instala de lleno en estos paradigmas, creándose tanto a ella misma, como a la República Dominicana, como islas que se repiten en meta-archipiélagos caóticos y míticos cuyos ritmos, paradojas y fugas, estructuran el lenguaje y sus significados. Las islas del Caribe, así como las de Vicioso, son espacios delimitados por agua y sal donde se vive una simultaneidad de tiempos históricos y míticos que configuran un presente permeado de pasados.
Heroína de su propia Odisea, “Chiqui” Vicioso enfatiza en “An Oral History” como en cada caso, un viaje, la residencia en un lugar diferente, el encuentro con sociedades diversas y la dialéctica entre los lugares que marcaron sus múltiples desplazamientos, fueron definitivos en el descubrimiento de las variadas capas de su identidad. Éstas fueron en últimas las que formaron a la mujer que ha sido desde su regreso a la República Dominicana, la Ítaca de sus viajes. Busca al llegar allí y a través de sus actividades como promotora de la escritura femenina, trabajar hacia el equilibrio genérico en el ámbito intelectual de la isla. Este logro se confirma en su biografía.
Si seguimos los pasos de la aventura vital que, según el relato oral, dio lugar a la “Chiqui” actual, veremos a la niña dominicana nacida en 1948 de ancestro mixto entre intelectual burgués, oligarca y campesina. Este ancestro declarado de esta forma propone una base sobre la cual se ha de construir la “triangulación” de su identidad. Como lo explica Vázquez: “el yo que se revela en las narrativas en primera persona de los latinos/as surge de nuevas relaciones entre las categorías tradicionales de identidad, las cuales les resultan insuficientes” (4). Desde el comienzo entonces, esta mezcla de posiciones sociales, empieza a cuestionar la identidad estática que puede haberle sido asignada en su lugar de origen.
A la niña, la sigue la joven que trabaja en los barrios marginales y piensa volverse monja. Su llegada a Nueva York en abril de 1967 la lleva a enfrentar la primera de sus transformaciones. La trigueña, o “india – clara”, (“Dominicanyorkness” 64) se convierte en mulata y su vida ya no vuelve a ser la misma. Este encuentro con una identidad hasta entonces reprimida la obliga a enfrentar verdades sobre algunos comportamientos de su propio país que hasta entonces había aceptado sin cuestionar. El “blanqueamiento” de las mujeres de clase media con sus cabellos alisados y sus cremas para aclarar la piel se le presentan ahora como un intento por negar algo que en el contexto neoyorquino se le hace evidente: su propio ancestro africano y el doble azote del racismo y el clasismo que delimitan las posibilidades de los dominicanos en su país.
Según nos lo explica en “An Oral History” en ese momento no se reconoce aún como “mujer”, en tanto solidaria con el feminismo que domina los discursos de la época y que se expresa en términos de la clase media blanca. “Sentía que si nosotras las mujeres criticábamos a nuestros hombres, lo único que haríamos sería proveer a los otros con más municiones para el racismo. Esto me generaba conflictos de lealtad” (231). Este desajuste entre su identidad racial y su identidad de género es algo que sólo con más viajes y experiencias logrará superar, no tanto como cosa resuelta, sino más bien como una contradicción que se acepta, como tantas otras al interior de propia identidad, y que aparece en el discurso poético, en la construcción de un lenguaje lírico rico en paradojas y contradicciones.
Su educación es definitiva en este proceso de auto-reconocimiento que ha iniciado en Nueva York. Allí completa sus estudios de pre-grado en sociología e historia en Brooklyn College, (CUNY) y su maestría en educación en Columbia University. (Latinas 797). Vicioso describe en su testimonio que al ser admitida en Brooklyn College, reconoce entre la heterogénea población de origen afro a aquellos que como ella vienen de realidades similares, herederos de colonialismos basados en la trata de esclavos. Estos provienen no sólo de países hispanohablantes como Cuba, Puerto Rico y su República Dominicana, sino también del Caribe francófono y del Caribe que habla inglés. “Fue realmente como atravesar un umbral para mí; nunca había conocido gente de Barbados o Trinidad, etc. Mi concepto del Caribe, hasta ese momento, se había limitado a la parte hispanohablante y fue entonces cuando descubrí mi identidad como caribeña en Nueva York. (“An Oral History”, 231). El ritmo de este texto oral está marcado por estos momentos de transición, no solo externa, sino a la vez interna, producida en la subjetividad de la hablante como revelación sobre ella misma, sobre la sociedad en la que vive, y al final, sobre su país y el tipo de afiliaciones que hacen de República Dominicana algo más grande y menos solitario: un espacio amplio para la solidaridad.