Si la comida está cara, nadie entenderá que bajó la inflación

Si la comida está cara, nadie entenderá que bajó la inflación

Altagracia Paulino

Como no compramos ropa, zapatos y medicinas todos los días, y el alquiler de la casa se paga mensual, pero sí adquirimos agua, alimentos y debemos transportarnos diariamente para sobrevivir, la gente entiende que la inflación no se ha detenido. La percepción que tienen los consumidores es que cada día esta engulle los recursos con los que deben enfrentar su vida cotidiana.

Cuando vamos al puesto de pollo y encontramos que subió diez pesos en comparación con la semana o el mes anterior, cuando un botellón de agua que costaba 45 pesos ahora cuesta el doble o cuando una ama de casa de clase media va al supermercado a comprar los productos necesarios y al pagar debe sacar algunos del carrito, ahí se evidencia la realidad de que el dinero que se tiene para la alimentación no alcanza.

El viernes 10 de febrero, el Banco Central informó que la inflación de enero se ubicó en 7.24 por ciento y explicó que tiene un ritmo descendiente, justo cuando en enero el precio del plátano alcanzó el nivel más alto en la historia de la musácea-50 pesos por unidad- no solo en el país sino también en Estados Unidos, donde los hispanos suelen consumirlo.

Con precios como los de la comida, nadie entenderá que el índice de precios al consumidor haya bajado. Ojalá que la inflación realmente baje, ya que todos somos afectados en nuestra capacidad de compra.

Puede leer: Hombre de alquiler

Ahora bien, sería un verdadero milagro que los precios de la comida bajen, cuando en países como España, Alemania e Inglaterra han surgido las llamadas «colas del hambre», porque sencillamente los salarios y las pensiones no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, que son un derecho fundamental.

Las «colas del hambre» son miles de personas haciendo cola para conseguir una comida en lo que aquí conocemos como comedores económicos, y familias de clase media y pensionados pasando frío porque el dinero no les alcanza para pagar el costo de la electricidad y poner en marcha la calefacción.

En esos países, hay una gran disminución de la clase media debido justamente a la inflación y es la entrada a los espacios de la hambruna, según pronósticos de los organismos internacionales.

Es el mismo Banco Central que informa que los alimentos y bebidas no alcohólicas fueron el grupo de mayor peso en la inflación de enero, con un aumento del 1,32%. Según el organismo, la generalidad de los alimentos incrementó sus precios en el aludido mes, los cuales siguen sin alteración en lo que va de febrero.

En entregas anteriores nos hemos referido a que la inflación es el impuesto perverso que pagan los más pobres. Para muestra, el Banco Central reveló que los habitantes de la región Sur del país, la más empobrecida de la geografía nacional, sintieron más fuertemente el aumento de precios.

De igual manera lo sufrieron los tres primeros quintiles en los que está dividida la población para marcar el Índice de Precios al Consumidor

Se impone un reajuste a los salarios y una indexación justa a las pensiones como la manera más equilibrada de cambiar un poco la realidad y la percepción.

Más leídas