Oda a la Muerte
Inconmensurable manto negro,
abriga tu hermético esqueleto,
esotérica y mortal mirada,
que jamás, ha sido intimidada.
Acechas desde la otra orilla del río,
flotando entre las espigas del campo,
de romántico y primor sombrío
absorbiendo las vidas con llantos.
Ten miedo. No te puedes esconder,
de lo inevitablemente invisible,
intangible, de carácter romántico y pernicioso, relativo a la acongojada muerte, que besará tu rostro.
Maravillosa verdad irrefutable,
ataráxica hacia los mortales,
tus manos han recolectado millones de almas,
enfermos, que levantas de sus camas.
Muda y ruidosa belleza
a todos has de hacer compañía,
con tu frívola sombra inerte,
en todos aquellos que ahora mueren.
Bésame aunque no tengas labios,
divina teleología de la vida,
razón por la cual he nacido,
y experimentar, el fin de mi camino.
Sagrada y nutritiva tautología,
anhelada y temida moraleja.
A las almas del prójimo en agonía,
con tus encantos mórbidos alejas.
Reina del mundo,
compañera de los moribundos,
segura recompensa,
de una vida, que hoy, en algún lugar… comienza.
Algún día vendrás por mí,
no sé ni cómo ni cuándo,
pero si he de morir,
conquístame con encanto.
Me muero, por besar tu fría boca,
y hacerte el amor, en mi agonía,
preciosa muñeca de hueso,
bésame, aunque esté muerto.
Mientras lees cada palabra, un alma es cosechada.
y tú, no estás indemne.
BlackLyon
El tiempo, el implacable, el que pasó, el que vendrá, es una vorágine indetenible. Hace ya casi un año que despedimos a Peng Sien. Cerró para siempre sus ojos un martes 19 de septiembre de 2017. Murió como vivió: sereno y en paz. Dejó de respirar. A su lado estábamos todos: su mujer de siempre, Mildred, y sus hijos, así como todos sus hermanos y algunos de los muchos sobrinos.
Parece mentira que una vida se esfume en 90 días. Un ser con deseos de seguir trabajando para subsistir con su familia, pero sobre todo con el compromiso eterno de ayudar a construir un país mejor y más justo. Recuerdo que, habiendo salido de uno de sus internamientos, quería ir a la capital con alguno de la familia, en una silla de ruedas para ir a la Marcha Verde que se hizo en julio. Le dijimos que eso era imposible. Entonces Rafael, mi marido, tuvo la genial idea de hacer unos carteles que tenían su foto con una consigna: “Yo soy Peng Sien”. La familia se volcó y muchos de sus amigos para apoyar. Portaban orgullosamente el cartel hecho por Arancha, y él se sintió feliz.
Desde que nos percatamos que su lucha por la vida iba a terminar muy rápido, comencé a compilar testimonios y escritos. Pero el corazón se interpuso en mi deseo de escribir por su memoria. Opté por hacer una serie de Encuentros en los que relataba episodios de su vida, en los que se reflejaba su coherencia vital, a costa de sacrificios económicos y familiares. Ahí tengo todo el material. Espero que algún día mi alma tenga la fuerza suficiente para hacer el libro.
Murió con 63 años, los mismos que tengo yo ahora. Pienso que era muy pronto para morir, porque había alcanzado lo que siempre soñó: un trabajo que revindicaba su talento organizativo en el que le pagarían un salario decente, y una acción política y social activa en el partido que eligió y en los espacios sociales como el movimiento municipalista y la Marcha Verde. ¡Dolorosa ironía del destino!
Su partida abrió las puertas de un símbolo-inspiración. Me he sorprendido con los testimonios. El primero de los homenajes póstumos fue organizado por su amigo Domingo Matías. Ambos estaban vinculados al movimiento municipalista. En octubre del año pasado se hizo un memorial en su nombre, en el Centro de Planificación y Acción Ecuménica (CEPAE). Allí sus compañeros ofrecieron valiosos testimonios. Uno de ellos me llegó al alma. Peng Sien había sido contratado para una consultoría por un monto. Como él no pudo trabajar de lleno en el producto final, al buscar su paga pidió que se le descontara el porcentaje que él no trabajó, a sabiendas que su familia lo necesitaba. Pero Peng Sien nunca se llevaría a la casa un dinero no trabajado. Este fin de semana se celebra el II Congreso de Muncipalistas: Peng Sien Rafael Sang Ben. Este gesto nos ha llenado a todos de orgullo.
Su partido Opción Democrática inauguró su sala multiuso con su nombre. Un gesto hermoso que agradecemos. Minú, su amiga y compañera de partido y de lucha, estuvo a su lado todo el tiempo. El Museo Memorial de la Resistencia puso en una de sus salas una plaquita con su nombre, para que la historia no lo olvide como uno de sus grandes luchadores por la libertad. El ex grupo Comité Revolucionario Camilo Torres (CORECATO), le hizo un hermoso memorial en el que sus antiguos compañeros valoraron su entrega desinteresada. La Marcha Verde y sus amigos durante la marcha del millón enarbolaron pancartas con su foto y una frase: Peng Sien presente. Al ver las fotos que me llegaron por las redes, lloré como una niña y reviví mi dolor por su ausencia.
La vida sigue. Su mujer y sus hijos han hecho lo mejor que han podido para seguir adelante, manteniendo su memoria viva. Nosotros sus hermanos, lo recordaremos siempre. Todavía duele su ausencia. Todavía extraño sus silencios, sus contadas palabras. Siempre quedará en mi memoria su sonrisa y sus palabras finales cuando se despedía de nosotros: “Gracias por todo y por tanto”.
Peng Sien se nos fue muy pronto. Su memoria, su ejemplo de hombre vertical y de principios quedarán por siempre en el corazón y la memoria de quienes lo conocimos.