Cuando era estudiante en la Universidad de Puerto Rico, nuestra profesora de literatura inglesa instruyó que era imprescindible leer el libro del autor norteamericano Ernest Hemingway titulado “The Sun Also Raises”- La versión en español la titularon “Fiesta”. En esa época -hace varias décadas- confieso que tenía serias limitaciones para entender el inglés, así pues, tuve que leer el libro dos veces, la versión en español para mayor comprensión y la otra en inglés, para poder aprobar la clase. También, conocía el argumento, pues habia visto la película que se estrenó en 1957 basada en el libro. Escrita en 1926, está considerada la primera obra de importancia del autor.
Hemingway ganó el Premio Pulitzer (1953) por su obra “El viejo y el Mar”, un año después fue premiado con el Premio Nobel (1954) por su inmensa creación literaria.
En “Fiesta”, Hemingway describe la historia de los personajes de la Generación Perdida – grupo de intelectuales americanos expatriados en París – del período entre guerras.
Esa monumental obra puso en la agenda mundial las fiestas de San Fermín en Pamplona, capital de la provincia de Navarra, que hasta entonces era una más del recatado norte de España a principios del siglo XX.
Los Sanfermines, como les dicen a las fiestas, tiene una duración de siete días (del 7 de julio hasta el 14). Toda la vida estuve intrigado y fascinado por esas fiestas, veía años tras años – en la televisión – unos toros corriendo alocados entre la muchedumbre, para luego, – las gentes y los toros – terminar en una plaza de toros.
Con el discurrir del tiempo, se me estaba haciendo tarde la oportunidad de disfrutar de ver personalmente ese espectáculo. Esa oportunidad me la brindó mi adorada hija Judith el año pasado. Me invitó a que acompañara a cinco nietos que tenían unas vacaciones en Italia y que terminaba en Barcelona. Las vacaciones, por casualidad terminaron el 6 de julio y las fiestas en Pamplona empezaban al otro día. Así pues, sin pensarlo dos veces, después que los nietos partieron, dejé las maletas en el hotel, hice una “muda” – dos pantalones y tres camisas blancas – y tomé el tren para Pamplona.
Las fiestas empezaron al otro día. Es la fiesta más grande del mundo. La fiesta arranca cuando se lanza al mediodía un cohete desde la casa consistorial. Ese acto se conoce con el nombre del Chupinazo. De ahí en adelante, se soltó el loco. Es una alegría contagiosa, bailes por todos lados, los bares y restaurantes abiertos día y noche. Los Sanfermines son de origen religioso para honrar al patrón de Navarra, San Fermín, pero los pamploneses cambiaron la fecha de la conmemoración religiosa del 10 de octubre original al 7 de junio, coincidiendo con la feria de ganado que la ciudad acogía con el final de la cosecha.
Los toros los sueltan a las ocho en punto de la mañana desde la plaza Santo Domingo, que es donde está el encierro, corren por la calle Estafeta. Alquilé un balcón en un edificio para poder observar el espectáculo mejor y sin peligro. La corredera de los toros dura entre dos o tres minutos. Pero vaya usted a ver que dos minutos parece una eternidad por la emoción.