Una de las preguntas que se repiten estos días es si el colapso del Silicon Valley Bank (SVB) podría generar una crisis financiera como la de 2008.
Casi 15 años después de la «Gran Recesión», que comenzó en EE.UU. con la crisis de las «hipotecas basura» y se extendió por el resto del planeta, aún persisten los recuerdos de ese grave colapso económico.
El banco SVB es la entidad bancaria más grande que debe ser rescatada en EE.UU. desde la crisis financiera de 2008. Sin embargo, expertos que han seguido paso a paso los acontecimientos de los últimos días coinciden en que hay pocas similitudes con lo ocurrido hace tres lustros.
No solo porque el contexto global es diferente, sino por las características del SVB y las medidas que tomaron las autoridades para tratar de aplacar los temores y evitar el pánico en Wall Street.
De hecho, el domingo, los reguladores anunciaron que todos los depositantes del banco ahora cerrado podrían retirar su dinero.
Incluso el presidente de EE.UU., Joe Biden, aseguró el lunes que el sistema financiero de la nación está a salvo, queriendo proyectar calma y evitar un «efecto contagio» al resto del sistema bancario.
«Sus depósitos estarán allí cuando los necesiten», afirmó el mandatario.
Estas son algunas de las grandes diferencias entre el colapso de SVB y la crisis de 2008.
1-SVB no es un banco típico
SVB era un banco especializado en el sector tecnológico cuyos depósitos provenían mayoritariamente de empresas emergentes conocidas como start-ups.
El sector tecnológico está pasando por un mal momento y los inversores de riesgo, que suelen financiar a estas firmas, no están interesados en subirse a la montaña rusa cuando hay tanta incertidumbre en la economía global.
Incertidumbre derivada de una serie de eventos como la pandemia, la guerra en Ucrania y la más rápida subida del costo del crédito desde la década de los 80.
El escenario económico actual es, por decirlo de alguna manera, inusual.
Según la firma de análisis Oxford Economics, SVB estaba «excepcionalmente mal preparado para sobrevivir a los agresivos aumentos de tasas de la Reserva Federal».
Si al resto de los bancos les ha beneficiado el aumento en las tasas de interés, al SVB lo perjudicó por estar focalizado en el sector tecnológico.
Tras tomar decisiones de inversión equivocadas que le significaron pérdidas, el banco no resistió las consecuencias del aumento en el costo de los préstamos y se quedó sin los fondos suficientes para sus operaciones, lo que se conoce como falta de liquidez.
Apenas los clientes e inversores se dieron cuenta de que algo andaba mal, corrieron a sacar sus fondos.
Ese pánico, que aumentó en cuestión de horas, terminó provocando el colapso.
En cambio, en la crisis de 2008, la caída en picada de los bancos ocurrió porque transaban hipotecas tóxicas con un masivo grupo de clientes, lo que generó un problema sistémico en toda la industria bancaria.
«Esta vez debería ser realmente diferente», dijo Rupert Thompson, economista jefe de la firma Kingswood, porque la base de clientes del SVB es muy específica y su modelo de negocios giraba en torno al capital de riesgo vinculado al sector tecnológico.
En cambio, lo que provocó la quiebra de muchos bancos en 2008 fue que todos tenían demasiados préstamos inmobiliarios considerados de altísimo riesgo.
En el caso de SVB, no fallaron los préstamos riesgosos acumulados durante meses, sino que el colapso ocurrió en pocas horas cuando los clientes se apresuraron a sacar sus depósitos.
2-Hasta ahora, no hay síntomas de contagio al resto del sector bancario
En 2008, cuando cayó el banco Lehman Brothers durante el colapso de las hipotecas basura, todo el sistema financiero internacional se vio afectado.
Hasta ahora, pese al nerviosismo que afectó al mercado de valores tras el colapso de SVB, la situación no ha escalado hacia un contagio generalizado ni en Estados Unidos, ni en otros países.
La respuesta de las autoridades estadounidenses puso en el debate una vez más la idea del «rescate». Y esa sola palabra encendió las alarmas. Muchos pensaron que si hay un rescate, es porque puede venir un colapso mayor, como ocurrió en 2008.
Pero esta vez, el rescate fue distinto. Fue un rescate de los fondos de los depositantes, dejando fuera a los accionistas e inversores de capital de riesgo afectados.
En ese sentido, no fue un rescate al sistema bancario, como ocurrió hace 15 años.
«SVB no es Lehman, y 2023 no es 2008», escribió el premio Nobel de Economía Paul Krugman. «Probablemente no estemos ante una crisis financiera sistémica».
En esta ocasión, el rescate de los fondos de los clientes se ha financiado con el Fondo de Garantía de Depósitos (DIF, por sus siglas en inglés,) que fue creado para situaciones de emergencia.
Este fondo se financia regularmente con pagos trimestrales que hacen los propios bancos y con los intereses que generan los bonos del gobierno.
Los reguladores también esperan que la venta de los activos que quedaron del SVB ayude a financiar la devolución del dinero a los depositantes, en su mayoría empresas.
La cuestión de si el gobierno está rescatando a un banco en problemas sigue siendo un tema político controvertido, que refleja la ira que provocó el rescate otorgado a Wall Street durante la crisis financiera de 2008.
De todos modos, a diferencia de 2008, no son las personas comunes y corrientes las afectadas por la caída del SVB, ni sus casas las que corren peligro.
En la «Gran Recesión», millones de estadounidenses perdieron sus empleos y sus hogares.
Hoy, si bien la industria bancaria enfrenta desafíos, los analistas del sector dicen que no parece haber un riesgo de contagio generalizado.
3-Hay regulaciones bancarias más estrictas que en 2008
«Permítanme dejar en claro que durante la crisis financiera hubo inversionistas y propietarios de grandes bancos que fueron rescatados, y las reformas que se implementaron significan que no volveremos a hacer eso», dijo la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
¿A qué reformas se refiere Yellen? Después de la Gran Recesión de 2008, el Congreso de EE.UU. aprobó la Ley Dodd-Frank.
Entre otras cosas, esa ley requiere que los bancos se sometan a «pruebas de estrés», o escenarios hipotéticos, para probar su capacidad de respuesta en una crisis.
La ley también estableció requisitos mínimos de capital para los bancos, una especie de colchón de fondos para reaccionar cuando hay problemas.
Pero en 2018, durante el gobierno de Donald Trump, la ley fue modificada y actualmente solo se aplica a los bancos que tienen activos de más de US$250.000 millones, y no a los más pequeños.
Eso explica por qué el SVB no estaba sometido a las mismas reglas que los bancos más grandes.
De hecho, el ex director ejecutivo del SVB, Greg Becker, fue un defensor de elevar el umbral a los bancos de mayor tamaño.
Pese al cambio en la ley, al menos los bancos de mayor tamaño siguen sujetos a las condiciones establecidas tras la crisis de 2008.
Y son precisamente esas entidades bancarias las que representan un mayor riesgo a la estabilidad financiera.
Para evitar nuevas sorpresas, los reguladores estadounidenses han creado un nuevo programa de préstamos para que los bancos en problemas puedan usar algunos de sus activos financieros como medio para obtener un préstamo de la Reserva Federal.
Este programa actúa esencialmente como un respaldo para garantizar que los bancos puedan satisfacer las necesidades de sus depositantes.