La comodidad es una trampa en la que muchos caemos sin darnos cuenta, un estado en el que el cambio parece innecesario o incluso indeseable. A menudo, observo cómo personas queridas, con talento y potencial, se adaptan a una posición o situación simplemente porque es lo que conocen, aunque no sea lo mejor para ellas. Es doloroso escuchar frases como «uno se acostumbra» para justificar una permanencia en la mediocridad, en una rutina que apenas ofrece satisfacción o crecimiento.
Esta tendencia a acomodarse se extiende al ámbito profesional, donde la falta de innovación y disposición para cambiar puede ser más notoria. Las propuestas que implican hacer algo distinto o mejorar lo existente suelen recibir resistencia, sobre todo en entornos de trabajo dominados por la rutina.
Esta resistencia a moverse genera una ceguera que se va acumulando con el tiempo. La rutina desgasta nuestra capacidad de ver nuevas posibilidades, e impide detectar oportunidades de crecimiento que podrían beneficiar tanto al equipo como a la organización y a los clientes.
El problema con la comodidad es que limita el crecimiento y afecta nuestro entorno y nuestras relaciones. ¿Cuántas veces ignoramos las necesidades de un cliente, de un compañero de trabajo o incluso de un familiar simplemente porque estamos centrados en seguir lo que ya conocemos? El hecho de estar demasiado cómodos nos lleva a actuar de forma automática, sin darnos cuenta de que nuestra falta de atención puede hacer sentir a los demás que no les damos la importancia que merecen.
Aunque la comodidad nos beneficie a corto plazo, sus efectos pueden ser muy negativos a largo plazo. Permanecer en la misma posición nos roba la oportunidad de desarrollar nuevas habilidades, de explorar nuestras verdaderas capacidades y de aprovechar al máximo nuestro potencial, tanto en el ámbito personal como en el laboral.
Entiendo que no es sencillo cambiar de perspectiva, especialmente en un mundo donde parece que todo está en constante movimiento y el tiempo nunca es suficiente. Sin embargo, creo firmemente que, al organizarnos y trabajar con intención, podemos empezar a hacer la diferencia en nuestras vidas.
Esta etapa del año es ideal para reflexionar sobre nuestros hábitos y objetivos, sobre todo porque, al acercarse el final del año, solemos replantearnos qué queremos mejorar. Es un momento para hacerse preguntas importantes: ¿Me estoy cuestionando constantemente? ¿Estoy aprendiendo y evolucionando como persona y profesional? ¿Las personas con las que me relaciono y el entorno en el que me desenvuelvo me favorecen?
Salir de la zona de confort no tiene que significar hacer cambios drásticos de la noche a la mañana. Muchas veces, los pequeños pasos son los que generan los mayores resultados con el tiempo. Estos cambios pueden ser tan simples como decidir que, cada día, aprenderás algo nuevo, que te esforzarás un poco más en tu trabajo o que dedicarás unos minutos a reflexionar sobre tu día.
Es una invitación a mirar más allá de lo que te resulta cómodo y a desafiarte a ti mismo a ver tu vida desde una perspectiva nueva. Solo cuestionándote y actuando en consecuencia podrás liberar tu verdadero potencial y alcanzar nuevas metas, en cualquier rol o situación en la que te encuentres.
Al final, la comodidad es solo una barrera que nosotros mismos hemos construido, y también somos nosotros quienes tenemos el poder de romperla. Elegir el cambio y salir de la zona de confort puede ser incómodo y al mismo tiempo es el único camino para crecer, para avanzar y para construir una vida que realmente refleje nuestro verdadero potencial.
No importa el rol que desempeñemos, nuestro género, raza o color; todos tenemos derecho a mostrarnos como realmente somos y a contribuir de manera significativa. La comodidad es solo un atajo a la mediocridad; las grandes cosas se logran a través del esfuerzo, la innovación y la valentía de cuestionarse constantemente.
En esta época de cierre de año, permítete soñar más allá de la comodidad, atrévete a dar el primer paso hacia el cambio y descubre hasta dónde puedes llegar. Porque, en última instancia, en la comodidad no se logran grandes cosas. El verdadero éxito se encuentra al salir de esa zona y abrazar el desafío.
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