Soberbia y desencuentros

Soberbia y desencuentros

Estaba ahí, tranquilo, intocado. Servía para el comentario después de la cátedra, para elprofuso anecdotario del abuso y la discriminación. Se mencionaban los lugares destinados para las prácticas no santas y peligrosas. Los chismorreos que imputaban la acción a conocidos médicos   cuyas fortunas crecían gracias al pecado y a la hipocresía. Las historias de la ruralidad y sus brebajes para conseguir lo que la pobreza no puede pagar, la mención de las señoritas que luego del procedimiento recibían la unción del sacerdote amigo. Paparruchas para esconder a una víctima sin palabra ni opinión,pero con cuerpo. Cuerpo propio con usufructo público.

Osado el profesor Víctor Máximo Charles Dunlop que en su “Curso de Derecho Penal Especial” – Tomo I-escribe: “Somos partidarios de la inimputabilidad del aborto como medio de salvar la vida de la madre yaque, entre dos seres, uno formado y otro por desarrollarse, vale más asegurar la vida del primero.” También refiere la inimputabilidad del aborto por estupro y por “motivos eugenésicos.”

El tema estuvo siempre en las discusiones de las profesionales del derecho, desde antes de la creación de la Asociación Dominicana de Abogadas -ADA-1982. La reflexión fue enriquecida con la participación de sociólogas feministas, de las integrantes de organizaciones como el Centro de Servicios Legales-CENSEL-. Sin dudas, la irrupción del Centro de Investigación para la Acción Femenina -CIPAF-fue impactante para que el tema se analizara con la contundencia necesaria y por quienes debían hacerlo. Basta la revisión de documentos para comprobar que la propuesta de las mujeres, hace más de 40 años, no se acerca a las tibiezas de hoy, menos a la extorsión mediática ni al acarreo de personas para que griten sin saber razones ni contexto.

Despenalización del aborto pura y simple fue la consigna.  El artículo 317 del código penal siempre ha existido como amenaza.  La mujer que puede pagar un aborto seguro, tal y como consta en innúmeras investigaciones procura el especialista adecuado, y sanseacabó. Sin sentencia condenatoria. Las otras,menesterosas, mueren en el intento o sufren las consecuencias de una mala práctica médica.

Después de dos vetos presidenciales y tres casuales para permitir el aborto, como bandera, vuelve el tema. De nuevo la fanfarronería de los cívicos cuyo protagonismo demuestra cuán importante es tener una Asociación como catapulta y cuanta falta hace un movimiento organizado, sin intrusos, que permita la defensa real de los derechos de las mujeres.

 La cooptación ha sido fatal y ha impedido el éxito. Como la calle urgía, la candidez avaló la premura y validó el protagonismo de esos personajes que construyen su nombradía a expensas de un laborar cívico rentable y violento que impone un libreto preconcebido. Existe una historia previa sobre la despenalización sin el concurso de los consagrados y venerables oportunistas. El rescate de la misma pudo ser más beneficiosa.

Hubo un trabajo encomiable previo a la promulgación de la ley 24-97 Sobre Violencia Intrafamiliar y Contra la Mujer. A pesar de las omisiones el texto fue producto de acuerdos y reflexiones. Interminables jornadas precedieron la promulgación. El foro era la academia y luego los espacios inolvidables que propiciaban las organizaciones en ciernes. El derecho con perspectiva de género “Hecho en República Dominicana”, sin agenda previa ni mandato expreso, comenzó a entusiasmar a militantes de todos los partidos, de generaciones distintas y diferente origen social. Izquierda y derecha unidas en procura de un objetivo común. “Desvío pequeñoburgués”, consideraban algunas las demandas feministas para que las leyes cambiaran, pero estuvieron.La decisión de transformar un andamiaje legal agresivo, opresor y sin sentido, permitió postergar las diferencias. La avasallante voceríamasculina actual, desconocía esos encuentros y afanes. Ocupados en construir sus prestigios, no habían descubierto las ventajas del oportunismo tras la excusa de la corrección política.

 La soberbia y los desencuentros propiciaron el olvido de la despenalización. Los autoritarios redentores cívicos quieren las tres casuales. Si eso pactaron procede la defensa. Pero debe ser con voz propia, no prestada.

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