A pesar de que no fue tan alta como se pensó al principio la abstención fue la protagonista, junto a la contundente derrota sufrida por la oposición agrupada en la alianza Rescate-RD, de las pasadas elecciones municipales. Por eso vemos y leemos tantas interpretaciones tratando de explicar el fenómeno, que van desde la pérdida de conexión de los políticos con el electorado hasta la crisis de representación que pone en evidencia, sin dejar de mencionar a los que proponen como solución volver a celebrarlas junto a las presidenciales.
Y es muy probable que muchas de esas explicaciones acierten ya que se trata de un problema multicausal, pero que además no se produjo de un día para otro, pues hace tiempo que estamos viendo las señales aunque sin ponerle atención ni hacerles caso, muy propio de nuestro temperamento caribeño.
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Mucha gente piensa, tanto en el PLD como en la Fuerza del Pueblo, que una derrota de esa magnitud debería obligar, por el mensaje que la acompaña, a los líderes de ambas organizaciones a poner a un lado resentimientos y rencores, a dejar atrás los desencuentros del pasado, y tomar el camino de la unidad. ¿Están a tiempo de hacerlo?
Eso está por verse, pues los resultados de las elecciones municipales introducen nuevos elementos que podrían complicar cualquier negociación, sobre todo para determinar quién encabeza una eventual alianza, que si fuera por los votos obtenidos y la matemática electoral debería ser Abel Martínez y el PLD. Pero no creo ser el único que piensa que el ego de Leonel, más grande que el pico Duarte, no aceptaría siquiera sentarse a discutir esa posibilidad.
De todas maneras el tiempo y la Ley Orgánica Electoral conspiran contra esa o cualquier otra alianza, incluida la fórmula Abel-Omar, dejando a Leonel fuera de la tómbola, que propuso Gustavo Sánchez, quien afirmó que esa es la realidad que imponen los resultados del domingo, donde el PLD demostró que es la principal fuerza opositora del país.