Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Marcos 3:24-25
Cuando estuve hace un tiempo en Corea del Sur, se calcula que cerca de 1.3 millones de coreanos se sentaron, literalmente, en el suelo, o en cojines, en frente al City Hall, para ver en pantallas gigantes cuando el equipo de fútbol surcoreano competía contra otro equipo en la copa mundial de ese deporte.
Luego me tocó ver cuando participó en el Clásico Mundial de Béisbol, y aun siendo un lunes, día laborable, mientras el equipo de Corea del Sur jugaba, prácticamente todos los coreanos, aun en sus horas de almuerzo, mantenían un interés y un apoyo increíble a su equipo nacional, que competía recuerdo contra Japón, luego de haber eliminado a Dominicana. Y gracias a esa unidad y entusiasmo, Corea ocupa de los primeros lugares en el deporte y en otras actividades.
Cuando hay unidad, cuando hay apoyo entre sí, y la fe está puesta en Dios, es posible la victoria; pero cuando hay un interés en que ese equipo no triunfe, cuando en lugar de apoyarse el uno al otro, se apoya a otro equipo contrario, porque hay resentimiento, queja, amargura o celo, se llega el fracaso.
Posiblemente, eso le pasó al equipo de Leones del Escogido en la Serie del Caribe. Muchos fanáticos no se sentían identificados con el Escogido.
Y hubo hasta quienes apostaron por equipos extranjeros. Y quizás hasta preferían que perdiera, para luego reclamarle o avergonzarlo. Y así puede ocurrir en el campo espiritual. Cuando no hay unidad en el cuerpo, los miembros sufren; cuando no hay unidad en una familia, en la iglesia o la congregación, se le da lugar a los demonios, para que entren y hagan de las suyas, ocasionando pérdidas.
En esta Serie del Caribe, hasta un hombre semi desnudo salió por el estadio deportivo con una bandera nacional al cuello; ese gesto, en lugar de sumar restaba; en lugar de crear entusiasmo y unidad, generaba distracción y burla a los símbolos patrios que estaban representados en el equipo nacional, que competía en la Serie del Caribe y que ganó México.
Que esta experiencia deportiva sirva para reflexionar acerca de la unidad, el béisbol, el patriotismo y los dominicanos. La Biblia nos dice: Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto. (Eclesiastés 4:12). Ciertamente, en la unidad hay fuerza, en la unidad, hay poder; y en la unidad hay victoria, pero un reino o una casa dividida, no puede permanecer.