Me consta que al convivir con un perro, se reducen los niveles de ansiedad debido al aumento de empatía que nos provoca hacia los demás, porque los animales nos inculcan valores como la lealtad, el amor incondicional, la inclusión en la sociedad y la autoestima.
Uno de los principales beneficios que se deriva de tener una mascota es que desaparece la sensación de soledad. Cuando tenemos un animal de compañía en casa, que requiere de nuestros cuidados y de nuestra atención, cambiamos la percepción que tenemos de nuestra posición en el mundo, y lo mejor del caso es que el solo hecho de acariciar a nuestra mascota reduce la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Un estudio chino encontró que las personas que tienen un perro consiguen dormir mejor por la noche y se enferman con menos frecuencia. Otros estudios muestran que los dueños de mascotas tienen ligeramente más bajo el colesterol y tienen más probabilidades de sobrevivir a un ataque al corazón.
Los aportes psicológicos que se han determinado que ofrecen las mascotas, y sobre todo son muchos. Las intervenciones asistidas con animales en los niños con autismo han facilitado las mejoras en áreas críticas como el funcionamiento social, la concentración y atención. Los perros de asistencia tienen el rol de realizar algunas de las funciones que la persona no puede ejecutar como consecuencia de una discapacidad. Hay casos también en los que los perros de servicios son adiestrados para ayudar a lidiar con los distintos síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT) que padecen algunos soldados cuando regresan de combates.
Señalo que como los perros están cubiertos de gérmenes, el tener uno en la casa significa más bacterias en el hogar y por tanto sus ocupantes están más expuestos a ellas, es por esta razón que las personas con perros parecen enfermar con menos frecuencia y menos severamente que las personas que no tienen perro. Otro descubrimiento para mí asombroso, es que los mismos detectan bajos niveles de azúcar, porque un artículo del British Medical Journal indicó que más de un tercio de los perros que viven con personas diabéticas muestran cambios de comportamiento cuando caen los niveles de azúcar en la sangre de sus propietarios. Los perros no solo son buenos para olfatear el cáncer de piel, algunos también pueden detectar el cáncer en la vejiga, pulmón, de mama, de ovario y cáncer de colon.
Cuando llegamos a casa nos sentimos más valorados gracias el cariño que recibimos de nuestra mascota y es algo que repercute también en nuestra autoestima, en la confianza y en la seguridad. La interacción y el amor recibido de un perro también puede ayudarnos a mantenernos positivos, e incluso el simple acto de mirar a nuestra mascota aumenta la cantidad de oxitocina, la sustancia química que hace que nuestro cerebro se sienta bien.
La autora es Psicóloga Clínica