PITTSBURGH. La policía dijo que el sospechoso de la masacre en una sinagoga en Pittsburgh declaró a los agentes que los judíos estaban cometiendo genocidio y quería que todos murieran.
En una declaración jurada de arresto difundida el domingo por la madrugada, la policía dijo que Robert Gregory Bowers alcanzó a matar a ocho hombres y tres mujeres en la sinagoga Árbol de la Vida antes de que lo hiriera a tiros un equipo policial que lo había rastreado.
Un agente declaró en el documento que en momentos que recibía tratamiento por sus heridas, Bowers dijo que los judíos “cometían genocidio contra su pueblo”.
En una conferencia de prensa, las autoridades dieron a conocer los nombres de las 11 víctimas, cuyas edades oscilaban entre 54 y 97 años. Entre ellas había hermanos y una pareja de esposos.
El alcalde Bill Peduto dijo que fue “el día más negro de la historia de Pittsburgh”. El fiscal federal ha acusado a Bowers de 29 delitos. Su primera comparecencia ante un juez está prevista para el lunes. En el Vaticano, el papa Francisco encabezó las oraciones por Pittsburgh.
“Todos fuimos heridos por este acto inhumano de violencia”, dijo Francisco a los fieles en la Plaza de San Pedro. Pidió a Dios que “nos ayude a extinguir las llamas de odio que se propagan en nuestras sociedades”.
El papa se ha pronunciado con frecuencia contra la violencia por motivos religiosos y denunciado la facilidad con que se accede a las armas. Califica a los fabricantes de armas de “mercaderes de la muerte”.
Según un vocero de la canciller alemana, Angela Merkel dijo que “todos debemos enfrentar resueltamente el antisemitismo en todas partes”. El presidente Franz-Walter Steinmeier envió un mensaje de condolencias a su colega estadounidense Donald Trump.
El hombre que expresó su odio a los judíos explotó un punto vulnerable común a muchas casas de oración en todo el país: las puertas abiertas.
Bowers, armado con un fusil y tres pistolas, entró a la sinagoga Árbol de la Vida el sábado durante el oficio del sabat, abrió fuego, mató a 11 personas e hirió a otras seis en lo que se cree es el ataque más mortífero a los judíos en la historia de Estados Unidos.
La policía ingresó al edificio e intercambió disparos con el agresor, quien recibió varias heridas pero sobrevivió.
Cuatro de los seis heridos son agentes de policía. “Sepan por favor que la justicia en este caso se aplicará rápidamente y con dureza”, afirmó Scott Brady, el fiscal federal en jefe del oeste de Pensilvania, en una conferencia de prensa cerca del anochecer, y describió la masacre como un “acto de odio terrible e inefable”.
Este tiroteo masivo llega en medio de una ola de atentados de alto perfil en un país cada vez más dividido, al día siguiente que un hombre de Florida fuera arrestado y acusado de enviar por correo una serie de bombas de fabricación casera a destacados demócratas y cuando falta poco más de una semana para las elecciones legislativas.
La balacera reanimó inmediatamente el añejo debate nacional sobre las armas: el presidente Donald Trump dijo que el desenlace podría haber sido distinto si la sinagoga “tuviera algún tipo de protección” con un guardia armado, mientras que el gobernador demócrata de Pensilvania, Tom Wolf, hizo notar que una vez más “armas peligrosas están poniendo a nuestros ciudadanos en situaciones de riesgo”.
Trump dijo que planeaba viajar a Pittsburgh, pero no dio detalles.