¿Soy patriota?

¿Soy patriota?

“¿Somos patriotas? –pregunta Píndaro-… ‘Patria’ somos todos…”

Herminio y su alter ego Píndaro tiene media hora caminando en la Ciudad Colonial… Tratan de encontrar la casa de Doña Chepita (Josefa Pérez de la Paz), frente a la iglesia del Carmen… Fue allí donde, en el 1838, Juan Pablo Duarte habló a sus amigos sobre preservar los más puros ideales patrios y de la religión católica y quedó fundada la sociedad secreta La Trinitaria… La acera es estrecha a veces, y otras veces se ancha lo suficiente para dejarte ver el horizonte… A pocos metros, una figura conocida por ellos se les acerca con una sonrisa de satisfacción que le brota de la mascarilla… Es nada más y nada menos que su amigo de años Juan Daniel Balcácer, un duartiano hasta el tuétano, el biógrafo más completo de nuestro patricio…

Tanto Herminio como Píndaro se le acercan y, -conservando sus distancias-, se saludan codo a codo… “¡Heyyyy!… ¡Qué bueno verte!” –exclama Píndaro-… Juan Daniel les mira absorto… “Estamos tratando de encontrar a Duarte –expresa Herminio- para que nos ayude a entender cómo nosotros, los que decimos ser dominicanos, hemos llegado al extremo de olvidar nuestros propios principios, para llegar al extremo de sacrificar nuestras propias vidas y arrastrarlas hacia un precipitado final, violando las reglas que nos impone la presencia de esta pandemia…” -dijo con mucha preocupación-.

Juan Daniel, que los observa y escucha, se ha transportado a la vida misma de la historia y exclama: “Duarte fue inteligente desde niño, aplicado en sus estudios, consagrado en sus deberes, abnegado y sacrificado patriota, genial estratega político y habilidoso conductor de hombres…” -y como si sus deseos revelaran lo que marca el porvenir de una generación, agrega- “Era hijo obediente, buen hermano, amigo sincero, hombre de comportamiento intachable”… “el Duarte se nos presenta ahora un tanto complicado…”.

Píndaro mira fijamente a Juan Daniel y a Herminio y exclama: “¿Por qué los dominicanos que dicen tener cédula y edad para decidir sobre sus vidas, hacen caso omiso a la realidad de que cada día hay que cuidarse más con simples medidas de higiene y distanciamiento?”… Juan Daniel aprovecha y, mirando más allá en el horizonte Trinitario, expresa: “Es necesario estudiar la vida de Duarte, porque ella contiene una admirable lección de nacionalismo, de lealtad a la Patria y a los más puros y sagrados principios morales de los hombres. ¡Imitemos el ejemplo del fundador de la República Dominicana!”…”Ningún hombre puede cambiar la forma de vida de un pueblo, a menos que ese pueblo esté en condiciones de cambiarla…” -sentencia el historiador-.

“¡Ahí está el detalle! –comenta Herminio, y se cuestiona-… ¿Estamos preparados, como pueblo, para ‘ser pueblo’? Estoy seguro que si Duarte se levanta de su descanso final tendría un inicio que le quitaría a Mella la oportunidad de dar el trabucazo… ¿Cómo es posible que estemos como chivos sin ley? ¿Cómo es posible que la libertad que nos hemos ganado la estemos tirando por la borda y expresemos ‘Ahhh, ¡no importa!, no te pongas la fuñenda esa de la mascarilla porque, total, ¡todos nos vamos a contagiar!… Cuando lo dices, suenas a irresponsable y crees que te ganas el derecho de que, en uno de esos contagios, te vas a salvar… ¡Qué ilusión!…”.

Píndaro –que fácilmente se contagia cuando hay que defender el respeto y la dignidad-, se pregunta: “Me gustaría saber cómo reaccionó Duarte al perder a su padre…”. De inmediato, Juan Daniel exclama: “El 25 de noviembre de 1843 ocurrió el fallecimiento de don Juan José Duarte, lo que constituyó un rudo golpe emocional para los integrantes del partido duartista, porque sabían que la noticia afectaría sobremanera el estado anímico de Juan Pablo”… Y, Herminio exclama: “¡Es imperdonable que deseemos ser dominicanos, patriotas, duartianos y no cumplamos con los principios básicos para preservar nuestras vidas…! Nos olvidamos hasta de cómo nos sentimos cuando perdemos a un ser querido… Ah… bueno… pero como después de muerto yo no podré saber ya cómo yo me siento… ¡Que se fuñan los demás!”.

“¿Somos patriotas? –pregunta Píndaro-… ‘Patria’ somos todos, y debemos ser responsables con nosotros mismos y cultivar las virtudes de Duarte: “¡Sentido de sacrificio… ser firmes… tener un nuevo enfoque a nuestras ideas… ser estrategas con nuestras ideas… usar la táctica al combatir… fomentar el liderazgo… ser humildes!”. El 26 de enero de 1813, debe ser recordado cada año como el día en que un dominicano, como nosotros, vio la luz de la vida y, durante toda su vida, nos dio luz para ser mejores ciudadanos cada día”.

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