Sres. asalariados: Sus Manos

Sres. asalariados: Sus Manos

Con notables avances pendientes conmemoran ustedes esta fecha inspirada en un martirologio sufrido por sus iguales mucho tiempo atrás y en otro país.

En el memorial de adversidades locales resalta una predominante informalidad en la economía que en porcentaje supera a la parte regulada para una relación satisfactoria con los empleadores, bajo leyes que fijan ingresos y protección en salud y pensiones.

Pero tales «conquistas» no escapan todavía a las comillas porque ni las obligadas cotas mínimas de remuneraciones ni la que se calcula como promedio nacional por desempeños se compadecen con los reales costos de la vida descritos por quintiles para su aplicación, estableciendo categorías sociales para compensaciones por el trabajo que solo reconocen a una minoría inherentes derechos al confort.

Por el acoso de innovaciones tecnológicas que crecientemente permiten prescindir de brazos humanos, o que súbitamente exigen capacitaciones difíciles, los tiempos son críticos en ámbitos laborales.

La pandemia pegó colmillos sobre masas obreras y no acaba de zafarse y las puso a depender, en caso de suspensiones y despidos, de mitigaciones de corto alcance. El sector femenino no se ha librado de tratamientos patronales discriminantes y pocos de ustedes, que aportan sudores cotidianos, podrían confiar en que al final de sus vidas productivas recibirán una jubilación equitativa.

La tiranía de los decibeles

Es un monstruo que no duerme ni deja dormir. La contaminación sonora a deshoras, como la que acaban de denunciar moradores del Ensanche Isabelita, se replica por otras zonas de ciudades dominicanas. Una oleada permanente de trasnochadores irrespetuosos que se sienten con derecho a afectar el descanso reparador de sus vecinos.

Unos enemigos del sosiego de armas tomar, con frecuentes episodios de agresiones a patrullas contra ruidos al momento de actuar. La cultura de escandalizar inflige sufrimientos por muchos sitios, sobre todo en momentos de diversión bajo toque de queda, aunque con mayor incidencia en barriadas apartadas del interés policial por imponer respeto que, ocasionalmente, logran residenciales de primera. ¡Pobres bullosos contra pobres indefensos! Aun de difícil control, el problema debe ser atacado con fuerza.

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