Describe los estilos y temperamentos de Ernesto Che Guevara y Fidel Castro como si hubiesen sido sus maestros de toda la vida. El primero era un pedagogo pero a base de la frase cortante de significado múltiple. Castro no, él mismo daba las acepciones, hacía sus análisis, tomaba objetos para darse a entender, como en una película. El Che era sintético. Fidel era analítico.
Luis Rafael Gómez Pérez evoca el magisterio de estos líderes excepcionales al preguntarle sobre su relación con ellos cuando fue a entrenarse a Cuba ya ajusticiado Trujillo, enviado por el 14 de Junio junto a Rafael Miguel Enrique Faxas Canto (Pipe), Polo y Marcos Rodríguez, José Daniel Ariza, Juan Germán Arias (Chanchano), Eduardo Tavárez Liz (Yayín), Rafael Folch del Valle y otros. Gómez era el portador de una carta de Manolo Tavárez Justo a Fidel Castro planteándole el propósito del adiestramiento.
Ese grupo, opina, “tenía la ventaja de una gran unidad ideológica. Por otro lado, en el contenido de la misiva estaba la expresión de un deseo, una intención de dar de nosotros lo mejor posible”.
El combatiente había sostenido encuentros con Fidel desde el fugaz Golpe de Estado de Rodríguez Echavarría cuando el Primer Ministro ofreció una emisora para que los revolucionarios orientaran al pueblo dominicano a través del 1J4. “Me opuse explicándole que eso podía afectar” la agrupación “porque al interior existían diversos sectores”, pero que era posible transmitir a nombre de Radio Revolución “y Fidel estuvo de acuerdo”, relata.
Las voces escogidas fueron las de Juan Doucudray, del Partido Socialista Popular (PSP), y la de Luis.
Encuentro inolvidable. En una de esas noches el encuentro con Castro y el Che Guevara fue prolongado, “inolvidable”. Se produjo luego de una reunión de aquellos con Salvador Allende. A Luis le quedaron grabados todos los detalles de ese día.
Alguien preguntó a Guevara sobre su experiencia como encargado de la salud de la guerrilla y él contestó que no tuvo ninguna porque el botiquín se perdió en el primer combate.
El Che también tuvo preguntas para los dominicanos. “¿Por qué están luchando?”, inquirió. Alguien respondió que para hacer la reforma agraria y el guerrillero replicó: “Yo pensé que era para tomar el poder”.
“Aprovechó para decirnos que todo lo que se hablara esa noche sería conocido por la CIA. Era una manera de educar sobre la desconfianza”. Lo del botiquín, agrega, los alertaba sobre lo que podía producir la movilidad constante.
Fidel fue diferente según las reminiscencias de Luis. Getulio de León, militante dominicano del PSP, le preguntó cómo había sido la primera experiencia de enfrentamiento de ellos y él se tomó largo tiempo demostrándosela con una caja de fósforos para ubicar donde estaban los “caquitos”, como llamaba él a los guardias.
Con Castro estuvieron en cuatro ocasiones más y Luis apreció la manera cómo el gobernante aprendía del trato con los demás. “Al comienzo él te invadía de preguntas, tantas, que tú sentías que estaba excediéndose, sin embargo, cuando terminaba de preguntar te hacía un análisis basado en lo que te había preguntado para tratar de compenetrarte de la forma en que él concebía la situación en que estabas involucrado. Y te dejaba boquiabierto la forma en que articulaba los detalles que le habías pasado”, manifiesta el catedrático, historiador, abogado, constitucionalista.
Castro demostró conocer muy bien la República Dominicana no solo geográficamente sino en su realidad política y social y parecía transportarse a pueblos como San Cristóbal y San Juan de la Maguana, recuerda Luis.
En un momento se le agotaron los fósforos y con sus manos sacó los del bolsillo de Getulio. Compartió horas con José Daniel Ariza interesado en saber la cantidad de tierras que fueron de Trujillo. Se compenetró a tal grado con el tema que Ariza terminó con la pluma Parker del mandatario por los intercambios de estas para transmitir con trazados lo que decía.
“Tenía una capacidad única para entrar en el otro, eso me selló. Se interesó también por explicarnos cómo estaba engañado el pueblo, pero él decía que Trujillo no lo había rendido, que con Machado daba esa misma impresión y no obstante, el pueblo se sublevó”.
Los dominicanos pidieron a Fidel, como préstamo, libros que en el país no podían circular y él les facilitó “La esencia del cristianismo”, de Ludwig Feuerbach, quien trata de probar “que no es Dios quien crea al hombre, sino al revés”, resume Gómez Pérez. También “Los fundamentos del socialismo en Cuba”, de Blas Roca; “El arte de la guerra”, de Sun Tzu; “De la guerra”, por Carl von Clausewitz; “La guerra de guerrillas”, de Lenin y “Guerra del pueblo y ejército del pueblo”, de Vo Nguyen Giap.
“Se lo agradecí porque esas lecturas me permitieron racionalizar la guerrilla y el 14 de Junio, visualizando esta como algo peculiar, no general. Peculiar en el sentido de que desde el inicio el movimiento guerrillero en el país, dirigido por el 1J4, tenía ya un apoyo nacional, lo que le daba una situación defensiva donde la cuestión estaba en saber manejar esa ofensiva y es ese razonamiento el que nos lleva a proponer un grupo integrado por los combatientes mejor preparados y ubicarlos en el más apropiado escenario del país, que era la cordillera Central”.
Entrenamiento. Habían viajado a Cuba en julio de 1961 conscientes de que a Trujillo lo habían ajusticiado “pero las expectativas de soberanía popular no estaban claras”, expresa. Lucharían por una “revolución republicana” donde primara la emancipación del pueblo. Unos enfatizaron los aspectos técnicos, otros los ideológicos. Luis no necesitaba gran entrenamiento militar pues ya había recibido varios intensivos de disparos con fusil, ametralladoras, pistolas, pero esta vez aprendió en Cuba a manejar armas pesadas: ametralladoras 30 y 50, bazucas, morteros…
Su regreso al país, que fue anterior al de sus compañeros pues a todos les habían cancelado los pasaportes y él debía dotarlos de nuevos, es novelesco. Pero cuando resolvió sus gestiones para que aquellos pudieran retornar comenzó a crear “cierta base ideológica en una perspectiva socialista” reproduciendo “Fundamentos del socialismo en Cuba”, “Economía política”, de P. Nikitin, y “Fundamento filosófico”, de V. Afanasyev.
Blanco Fernández y Guido Gil mimeografiaron a Blas Roca, porque no solo el 14 de Junio enloqueció con las obras sino prácticamente toda la izquierda.
Pero ya Luis las había devorado. Su preocupación, ahora, era comenzar el alzamiento en la montaña. “Desde que me reuní con Manolo nuestra primera conversación fue justamente la preparación del movimiento guerrillero. No entramos en especificaciones precisas pero él estuvo absolutamente de acuerdo”.