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Emigración

Presencia dominicana en el museo asturiano de la emigración

La entidad está alojada en la emblemática Quinta Guadalupe y tiene como finalidad preservar la memoria histórica de la emigración española en América

José Vitienes, presidente de la FINMIESP, en el momento de otorgar un reconocimiento al embajador Antonio Pérez-Hernández y Torra.

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Por MANUEL GARCÍA ARÉVALO

En el marco de las actividades celebradas durante la Semana Dominicana en España 2025, se inauguró una sala dedicada a la República Dominicana en el Museo de la Emigración, auspiciado por la Fundación Archivo de Indianos, radicados ambos en la localidad de Colombres, municipio de Ribadedeva, en el oriente del Principado de Asturias.

La entidad está alojada en la emblemática Quinta Guadalupe y tiene como finalidad preservar la memoria histórica de la emigración española en América, destacando las características de sus instituciones de naturaleza benéfica, asistencial, educacional y recreativa. Por su magnitud y trascendencia económica, social y cultural, este fenómeno migratorio constituye uno de los procesos más relevantes de la historia contemporánea tanto de España como de Iberoamérica.

En la actualidad, la Fundación cuenta con un invaluable patrimonio documental fruto de una intensa actividad investigadora y editorial que ha producido una extensa colección de monografías sobre la diáspora española. Por su parte, el Museo exhibe cartas, fotografías familiares y de los centros asociacionistas de acogida y auxilio mutuo, postales de los lugares de llegada, enseres relacionados con los viajes, y carteles de las compañías trasatlánticas que transportaban a los emigrantes, todos ellos elementos representativos de la aventura americana protagonizada por los indianos y de las obras que impulsaron, tanto en sus comunidades de origen como en los países de acogida.

Quienes eran los indianos

Durante la dilatada época colonial, los territorios españoles en América eran conocidos como las Indias. De ahí que, cuando se produce el éxodo masivo de la emigración española, en las postrimerías del siglo XIX y principios del XX, aquellos que regresaban a su terruño natal, mostrando los logros económicos obtenidos durante sus prolongadas estancias del otro lado del Atlántico, fueran denominados “indianos”. Algo parecido a lo que acontece en nuestro medio con los “dominican york”.

A su retorno, los emigrantes enriquecidos levantaban usualmente suntuosas viviendas que, por su notoriedad arquitectónica, contrastaban con las humildes edificaciones tradicionales existentes en las remotas aldeas y poblados de donde provenía la mayoría de los emigrantes. Estos lujosos chalets se constituyeron en un fehaciente testimonio de los logros obtenidos por los indianos, convirtiéndose en un poderoso estereotipo motivacional para muchos jóvenes carentes de oportunidades en España, quienes partían a los países iberoamericanos en busca de progreso y bienestar; en el caso de Asturias, la cifra ascendió a más de trescientas cincuenta mil personas.

La Quinta Guadalupe

Uno de estos indianos fue Iñigo Noriega Lasso, acaudalado empresario y terrateniente asturiano radicado en México desde los catorce años de edad, quien construyó en la localidad de Colombres la Quinta Guadalupe, nombre dado en recuerdo de su esposa, Guadalupe Canto. Aunque Iñigo Noriega nunca se retiró a vivir en España, pues murió en México en 1920, él y sus hijos llegaron a habitar ocasionalmente la residencia familiar cuando él viajaba a su lar nativo a visitar a su madre.

Este espléndido palacete de estilo ecléctico, erigido con cuatro plantas y dos torres, integra en su arquitectura y decoración motivos históricos alusivos al origen de España y al descubrimiento y colonización de América. Está alojado en un parque arbolado de cinco hectáreas, declarado en la actualidad como jardín histórico.

Al cambiar de propietario, la vivienda tuvo varios usos a lo largo del siglo pasado. Primero, como sanatorio y casa de reposo psiquiátrico, y posteriormente fue centro de acogida de niñas desamparadas, el “Hogar Virgen de Guadalupe”. Finalmente, el edificio fue adquirido por el Principado de Asturias, y en 1987 fue cedido a la Fundación Archivo de Indianos con el propósito de conservar los recuerdos que aún no se han disuelto en el olvido, como homenaje a la gesta de la emigración española.

La sala de la emigración hispano-dominicana

En una visita que realizó el empresario José Vitienes Colubi al Museo de la Emigración, echó de menos una sala dedicada a los españoles y españolas radicados en la República Dominicana, como sucede en los casos de otros países iberoamericanos e incluso de los Estados Unidos. De modo que Vitienes se propuso crear un grupo de apoyo para formar una entidad con el fin de rescatar las historias de vida y los aportes de la presencia hispánica en su propio país.

Así se gestó la Fundación de la Inmigración Española en República Dominicana (FINMIESP), encabezada por el propio José Vitienes, junto a Elena Viyella de Paliza, Juan Ramos Vicente, Ana Corripio de Barceló, Marcos C. Cochón, Román Ramos Uría, José Antonio Álvarez, María Amalia León, Fernando Armenteros, Rafael Monestina, Ángeles Roselló, José Miguel y Roberto Bonetti Guerra, Gabriel Roig, José Antonio y Danilo Caro, Francisco García Crespo, junto con una veintena más de residentes españoles y sus descendientes de segunda y tercera generación. A su vez, la FINMIESP se integró a la Fundación Archivo de Indianos, con la finalidad de contribuir al sostenimiento de los trabajos de recopilación documental y la exhibición museográfica auspiciados por esta institución en la Quinta Guadalupe, en Colombres, Asturias.

La ceremonia de inauguración

La apertura de la Sala Dominicana en el Museo de la Emigración, revestida de gran significado y solemnidad, fue el colofón de las actividades programadas durante la segunda Semana Dominicana en España. El acto se inició con las palabras de bienvenida de Santiago González Romero, director de la Fundación Archivo de Indianos. A continuación, José Vitienes Colubi, presidente de FINMIESP, pronunció un emotivo discurso en el que destacó los aportes de la colectividad hispana en nuestro país y las circunstancias en que se produjo aquel trasvase migratorio a lo largo del siglo pasado, poniendo como ejemplo la experiencia de su propia familia, para resaltar “la historia de aquellos pioneros que dejaron su país, sus familias, y todo lo que era su entorno, movidos por ese espíritu irrefrenable de buscar un mundo mejor, y un futuro de promesa para sí y los suyos. Ahí -enfatizó José Vitienes- germinó la idea de crear una institución que recogiese, documentase y archivase para la historia el conjunto de las experiencias de esa inmigración que partió a nuestra república”.

La labor realizada a través de la FINMIESP, en opinión de José Vitienes, ha sido inclusiva y plural, porque “si bien hubo protagonistas estelares cuyas historias de vida eran ampliamente divulgadas y conocidas, nuestra fundación debía centrarse en las historias de los miles de emigrantes cuyas historias no habían sido narradas, y que todas, si bien eran menos conocidas, merecían ser contadas, guardadas y atesoradas para que no se perdiesen en las nieblas del tiempo”.

A continuación, el empresario Francisco Rodríguez, presidente de la Fundación Archivo de Indianos, aludió al Archivo como “una casa de homenaje a los españoles transitivos que en un tiempo no tan lejano empujados por la adversidad, la esperanza y el deseo de una vida mejor hicieron un acto de fe y coraje al cruzar el Atlántico en busca de un destino nuevo”. Por eso, al referirse al trabajo de la FINMIESP, Francisco Rodríguez expresó: “Os doy mis felicitaciones por incorporaros a una tarea común. A un trabajo que guarda relación con reconstruir y recuperar la memoria de vuestros padres y abuelos, para que la presencia de asturianos y españoles que volcaron su trabajo, sus ilusiones y su corazón en la República Dominicana no quede en el olvido”.

La vicepresidenta del Principado de Asturias, Gimena Llamedo, cerró el acto asegurando que “el Atlántico no separa, sino que une pueblos que comparten una misma lengua, la española, como puente cultural eterno”. A la vez, resaltó la riqueza que el reducido grupo de asturianos emigrados a la República Dominicana aportó al país en todos los ámbitos. Citó como ejemplo la labor empresarial de las familias Vitienes y Corripio -dos de las grandes referencias asturianas en la isla- y dijo que el esfuerzo de todos estos emigrantes “no solo forjó prosperidad en la isla de La Española, sino que generó entornos culturales que enriquecieron el tejido social de allí y de aquí”. La vicepresidenta Gimena Llamedo también enfatizó lo siguiente: “Ahora que se oyen esos discursos, (hay que decir) qué importante es la inmigración y cuánto aporta a los países a donde llega. En estas últimas décadas miles de dominicanos han elegido España como destino y esta llegada ha inyectado diversidad, vitalidad y nuevas perspectivas”.

Además, se aprovechó la ocasión para hacer un reconocimiento y nombrar socio honorario vitalicio de la FINMIESP, al anterior embajador de España Antonio Pérez-Hernández y Torra, por su apoyo a la constitución de la Fundación y la exitosa gestión diplomática que llevó a cabo en nuestro país para potenciar los tradicionales lazos entre ambas naciones.

Finalmente, se procedió a izar la bandera de la República Dominicana en los jardines de la Quinta Guadalupe mientras se entonaban las notas del himno nacional. La ceremonia se desarrolló con el melódico acompañamiento de la ancestral gaita asturiana y el redoble de los tambores de una banda de música tradicional.

El evento inaugural recibió una amplia cobertura de prensa, con reportajes y entrevistas publicados a través del diario La Nueva España. Contó con la presencia de representantes municipales y personalidades destacadas de los condados de Ribadedeva, Villaviciosa, Cabranes y Pola de Allande, localidades de donde salieron tantos jóvenes asturianos y asturianas hacia la República Dominicana, quienes han dado lo mejor de sí en pro del desarrollo socioeconómico de su patria de adopción.

El contenido museográfico

La exposición contiene documentos y fotografías sobre las diversas etapas de la presencia española en la República Dominicana: los pioneros que contribuyeron a formar el núcleo empresarial domínico-hispánico; los refugiados del bando republicano que se asilaron al concluir la Guerra Civil en 1939, realizando una valiosa labor cultural y educativa en el país que los acogió en circunstancias tan difíciles; el nutrido grupo de laboriosos hombres y mujeres del campo español que arribaron en 1956 para formar las colonias agrícolas, incrementando la productividad de la tierra y la diversificación de cultivos en varias regiones de la geografía nacional.

De igual modo, cabe destacar las imágenes de los centros asociacionistas fundados por los emigrantes españoles y de sus primeras directivas, como son los casos del Centro Recreativo Español de San Pedro de Macorís, establecido en 1911; la Casa de España en Santo Domingo, fundada en 1917; el Casino Español de Santiago de los Caballeros, constituido en 1965; el Club Español Cultural de Constanza, de 1972; al igual que de la Cámara Oficial Española de Comercio e Industria, y la Asociación Benéfica Española.

Los elementos museográficos fueron seleccionados por la diseñadora Ana Agelán Fernández, directora ejecutiva de la FINMIESP, y los textos los elaboró el historiador Manuel García Arévalo. Entre los objetos que se muestran en la exposición se incluye una copia de la estatua del emigrante, obra del escultor Antonio Prats Ventós, cedida por la Fundación Corripio.

Al abrir sus puertas para acoger una didáctica e ilustrativa exposición sobre las etapas y los aportes de la presencia española en la República Dominicana, el Museo de la Emigración establece un espacio de memoria para combatir el olvido y destacar el valor de la inmigración hispano-dominicana como una vía de encuentro, integración, progreso, convivencia y solidaridad.

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