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Reflexiones sobre arte, literatura y tiempo

Recuerdo que fue a Yaqui a quien se le ocurrió que el aeropuerto internacional de Las Américas -del cual fue gobernador-,

Reflexiones sobre arte, literatura y tiempo

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Entre el 2013 y el 2020 tuve la oportunidad y el privilegio de cursar y graduarme de una maestría profesionalizante en artes visuales en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue también la primera vez que me enfrenté al reto académico de reflexionar desde el arte sobre las prácticas de nuestros artistas visuales y analizar sus aportes a la cultura dominicana.

Esa experiencia me fue llevando por muchos espacios: de investigación, reflexión y creación en torno a las artes visuales, que como lectora, periodista, escritora y devota de la palabra, se constituía en un complemento de ampliación de la mirada y de la visión.

Y, además recordar una muy vieja y sostenida pasión por el arte, adquirida desde mis prácticas productivas en la televisión junto al maestro Yaqui Núñez del Risco que me llevó a tratar y conocer a diversos artistas y escritores, para quienes Yaqui siempre tenía un espacio en sus medios.

Los conocía, quería y apoyaba. Era quien me decía quién era quién y, a cuya solicitud, coordinaba sus presentaciones en el programa “Otra vez con Yaqui”, “En hora buena con Yaqui”, entre otros que no alcanzaron la fama y el tiempo para quedarse en la memoria colectiva como “El tiempo pasa” y “La vida es una feria”.

Fue en el papel de productora y coordinadora de contenidos que conocimos a Vinagre, Luichy Martínez Richiez, Alberto Ulloa, Jorge Pineda, Guillo Pérez, Cándido Bidó y hasta el maestro Guayasamín, entrevista, esta última que coordinamos con Abil Peralta.

En lo personal, la experiencia con el maestro de la pintura ecuatoriana con su expresionismo cubista ancestral e indigenista, fue una lección de transparencia y verdad: entre lo imperturbable de su rostro sin señales y la amabilidad de su silencio, pero que no le preguntaran, decía lo que pintaba común la voz como una daga.

Recuerdo que fue a Yaqui a quien se le ocurrió que el aeropuerto internacional de Las Américas -del cual fue gobernador-, era un buen lugar para exponer ante el mundo que nos visitaba el acervo pictórico de nuestros artistas.

Pidió una reunión y se lo planteó a Porfirio Herrera y entonces firmaron un acuerdo interinstitucional que llevaba y traía las obras del fondo de la colección permanente del Museo de Arte Moderno al salón de embajadores y a la sala VIP, del entonces conocido por sus siglas, AILA.

Era este el espacio donde llegaron entre 1991 y 1996 lo mismo el Papa Juan Pablo II, que el entonces príncipe Felipe, presidentes como Juan Bosch, Felipe González o artistas de culto como Joan Manuel Serrat o Rocío Jurado.

Fue allí, en el Salón de Embajadores, donde tuve la gran oportunidad de tener mis primeras conversaciones literarias con don Juan Bosch, en ese no lugar, sumamente impersonal y técnico, donde el tiempo es ajeno a nuestro control. O hay que esperar o hay que apresurarse. Y eso marca y da otro sentido a nuestra percepción del tiempo, pues su transcurrir se ajusta a nuestro reloj mental y emocional.

Fue en este espacio, por donde salía y entraba el propio presidente Joaquín Balaguer, donde tuve el placer de conocer y conversar con el gran escritor español Antonio Gala, a quien un problema técnico del avión que lo trasladaba de Suramérica a Madrid, lo hizo aterrizar forzosamente en el país.

Ese pequeño accidente sin complicaciones al final jugó a nuestro favor. Pues para el personal diplomático del Salón de Embajadores acoger a un invitado “inesperado” tenía que solicitar aprobación del gobernador.

Yaqui no solo lo aprobó, sino que bajó al salón y le presentó respetos y honores, tras lo cual lo dejó en nuestras manos, con lo que nos dio la oportunidad de conversar y ofrecerle hospitalidad “a la dominicana” por varias horas.

Además de la atención oficial, tuvimos entonces la oportunidad de entregar nuestra simpatía personal, pues en esos días de “Soledad Sonora” y “Pasión Turca”, que leía con desmesurado placer -tanto sus reflexiones sobre la vida y la literatura como su novela que luego terminó siendo película con igual título-, pudimos compartir opiniones de una lectora y admiradora, en una larga y cercana conversación que ambos disfrutamos.

Años después encontramos a Gala en el Parque El Retiro durante la Feria del Libro de Madrid y no dudamos en comprar una agenda “De Gala”, que promocionaba en esos días. Era visualmente hermosa y estaba llena de frases, de poesía, definiciones, reflexiones, recuerdos, pensamientos e imágenes con una elegancia que se le parecía.

Cuando estuve frente a él, me identificó y agradeció la compañía y las atenciones de ese día -de retraso y molestia- en que pisó tierra dominicana sin querer, pero que le dejó un buen sabor en su memoria.

Este largo preámbulo tiene como fin recrear la idea de que el arte a veces se va metiendo poco a poco en el alma sin apenas intuir y sin darse cuenta de que se está siendo tomado.

El arte y la literatura se buscan y se juntan en el alma y hay un día en que ya no pueden vivir separados y se necesita tanto leer para dejar que la poesía construya sus propias visiones en el alma; como ver, para reconocer que el alma del mundo cabe en un lienzo, una escultura, una fotografía como la figuración misma del pensamiento que suele ser igualmente en el texto y saber que todo tiene un mismo origen y sentido.

Es la visión humana sobre su tiempo, su entorno y sus relaciones e interacción con lo que le toca mientras crea su propia experiencia en el acto de vivir y reaccionar a favor o en contra de esa experiencia, en distintas modalidades, soportes y estéticas. Una reacción en el tiempo que resume en la mirada individual una postura sobre la colectividad.

Sobre el autor

Marivell Contreras