BRASILIA.-Suspendida de la presidencia de Brasil este jueves, una desafiante Dilma Rousseff llamó a la población a movilizarse para resistir el «golpe» en su contra y defender la democracia. Rousseff, la primera mujer presidenta de Brasil, fue reemplazada en la presidencia por su vice Michel Temer luego de que el Senado decidiera someterla a un juicio político por 55 votos contra 22 en una maratónica sesión que duró casi un día entero.
«La población sabrá decir no al golpe (….) A los brasileños que se oponen al golpe, sean del partido que sean, les hago un llamado: manténganse movilizados, unidos y en paz», dijo la exguerrillera de 68 años ante decenas de periodistas y funcionarios en el Palacio de Planalto.
«La lucha por la democracia no tiene fecha para terminar. Es una lucha permanente que nos exige dedicación constante», afirmó. Rousseff luego salió a la rampa de Planalto y repitió su discurso ante unos 500 simpatizantes de movimientos sociales, indígenas, homosexuales y representantes de minorías que agitaban globos rojos, la alentaban al grito de «¡Resistiremos!» y coreaban «¡Fuera Temer!». El expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, su padrino político, estaba a su lado.
Rousseff es acusada de «crimen de responsabilidad» por encubrir déficit presupuestarios y engrosar las arcas con préstamos de bancos estatales durante su campaña a la reelección de 2014. La mandataria asegura no obstante que es víctima de un «golpe moderno» liderado por el «traidor» Temer y el expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, suspendido por la Corte Suprema por obstruir investigaciones de corrupción en su contra. Ambos pertenecen al partido de centro derecha PMDB.
«Sufro una vez más el dolor abominable de la injusticia. Lo que me duele más en este momento es percibir que soy víctima de una farsa política y jurídica», aseveró. «Lo que está en juego no es apenas mi mandato, lo que está en juego es el respeto a las urnas, a la voluntad soberana del pueblo brasileño y la Constitución. Lo que está en juego son las conquistas de los últimos 13 años, las ganancias de las personas más pobres y la clase media», añadió en referencia a los programas sociales impulsados por su izquierdista Partido de los Trabajadores, que este jueves se despide de más de 13 años en el poder.
Se aleja del cargo con apenas un 10% de popularidad, en medio de una grave recesión económica y un escándalo de corrupción que ha manchado a buena parte de la élite del poder en Brasilia. Y se quedará sin inaugurar los Juegos Olímpicos que se celebran en agosto en Rio de Janeiro. Para destituirla definitivamente, la oposición requiere dos tercios de los votos del Senado (54 del total de 81 miembros). Uno menos que los registrados este jueves, lo cual torna poco probable su retorno al poder. Gran parte de su desgaste se debe al megafraude descubierto hace dos años en la estatal Petrobras, que tiene en la mira a decenas de políticos de su PT y a aliados, así como a poderosos empresarios.