ENCUENTROS
Hombre culto y lector voraz, Paz manifiesta en su obra un interés constante por “Oriente”. Si bien este Oriente, siguiendo la tradición europea, abarca tanto el sur de Asia como Asia Oriental, a veces envolviendo en el mismo manto la filosofía de la India, el budismo, el taoísmo, la poesía china y la japonesa… Paz de ninguna manera veía el “Oriente” como ese otro exótico e inferior, sino más bien como complementario o “divergente” de Occidente, pero necesario para entender la totalidad del pensamiento humano… Flora Botton Beja, “Octavio Paz y la poesía china: las trampas de la traducción”.
En 1957, dice Octavio Paz en la explicación que acompaña la publicación del libro “Chuang-Tzu” editado en 1997 por Ediciones Siruela, la fascinación que le produjo haber hecho sus primeras traducciones de breves textos clásicos chinos. Decía el mexicano universal: “El formidable obstáculo de la lengua no me detuvo y, sin respeto por la filología, traduje del inglés y del francés. Me pareció que esos textos debían traducirse al español no solo por su belleza -construcciones a un tiempo geométricas áreas, fantasías templadas siempre por una sonrisa irónica- sino también porque cada uno de ellos destila, por decirlo así, sabiduría. Me movió un impulso muy natural… compartir el placer que había experimentado al leerlos. Los publiqué ese mismo año… Más tarde reuní esos apólogos y cortos ensayos… bajo un título adrede ambiguo: Trazos…”.
El libro está divido en tres grandes partes: El dialéctico, El Moralista y El Sabio. Tiene un anexo o cuarta parte que es esa primera publicación sobre la filosofía que había publicado bajo el título Trazos.
Antes de iniciar el tránsito hacia el pensamiento de este filósofo chino, presenta una biografía muy sui géneris, y la llamó Chuang Tzu, un contraveneno. Comienza diciendo que poco se sabe acerca de este hombre, solo que vivió a mediados del siglo IV aC, en una época de mucha actividad cultural y artística de China. Chuang Tzu y Lao-Tsu son los padres del taoísmo, y ahí viene la novedad de Paz. Asegura que las ideas de estos dos grandes pensadores chinos recuerdan a los filósofos presocráticos, los estoicos y los escépticos. Y yo digo, ¡Ay! de aquellos que piensan que los griegos fueron los primeros filósofos. ¡Qué equivocados están! ¡Qué feliz y orgullosa me siento de mis raíces!
Volvamos al gran Octavio. Decía que a diferencia de los budistas, los taoístas no se pierden en elucubraciones teoréticas, sino que abogan por la naturaleza, a la especie humana vinculada a ella. Ya lo he dicho en otros artículos y Paz lo reafirma (¡y yo feliz!), los taoístas dicen que debemos ser como el agua, que es transparente, pura, blanda y llega allí donde debe llegar. A partir de entonces inicia la presentación de las ideas de Chuang Tzu.
La primera parte la denominaba como El Dialéctico, compuesto por cuatro aspectos: unidad de la inutilidad, sobre el lenguaje, volver al punto de partida y retrato del dialéctico. Un elemento interesante es que Paz nos muestra que la dialéctica, o la lucha de contrarios, no fue patrimonio del siglo XIX bajo la mente brillante de Hegel, porque, decía que ya Chuang Tzu hablaba del diálogo de los contrarios cuando afirmaba “Solo los que conocen el valor de lo inútil pueden hablar de lo que es útil.” Luego es evidente “la utilidad de la inutilidad”.
En la segunda sección llamada El Moralista, Paz presenta un diálogo entre Confucio y Chuang Tzu. Una de las cosas más interesantes es que el filósofo taoísta le dijo al otro maestro: “El hombre es como una fuente; si tocas, se enturbia; si pretendes inmovilizarte, su chorro será más alto… Puede ser tan ardiente como el fuego más ardiente; tan frío, como el hielo mismo. Tan rápido que, en un cerrar de ojos, puede darle la vuelta al mundo; en reposo, es como el lecho de un estanque; activo, es poderoso como el cielo. Un caballo salvaje que nadie doma: es el hombre.” Leer esta afirmación nos deja atónitos. ¿Qué significa la moral en la filosofía taoísta? ¿Algo engorroso y dudoso?
En ese mismo segmento Octavio Paz expone la posición del filósofo acerca del cerrojo y los ladrones. Afirma que vivimos en la angustia de poner nudos, candados y cerrojos para que no nos roben. Esto no ocurriría, afirmaban los filósofos chinos, si no guardáramos y acumuláramos cosas. La cordura, decían los taoístas, es una especie de absurdo, pues lo que se hacía era “empacar para los ladrones”; y lo que llamamos virtud es acumular botines para los malhechores. Si no se acumulaba nada, no habría atracciones para los ladrones.
El Sabio es la tercera parte del texto. Habla acerca del significado de la sabiduría. En el acápite formas de vida, se exponen los estilos de vida. La del ermitaño que se aísla del mundo, escondido en su cueva y con esa actitud condena siempre a los otros. La verdadera predicación de la virtud se hace cuando se está en la sociedad. Reconocer el mérito de los otros aún en perjuicio propio; y sobre todo, no tener más fin, más objetivo que la perfección moral. Esa es la misión de los verdaderos moralistas y filósofos.
Termina esta sección tercera hablando sobre el valor de la vida y de la muerte. Parte de una historia. La hija del Gobernador de Ai había sido capturada. Estuvo muchos días en cautiverio, y durante ese tiempo lloró tanto que empapó su vestido. Cuando fue recuperada, su vestido secó y ella olvidó las lágrimas de sufrimiento. ¿Qué significa? Y más aún se pregunta: ¿Cómo saber si solo nos arrepentimos cuando estamos en situación extrema?
El anexo del pequeño libro, como señalamos, se publica “Trazos”, que fue el primer acercamiento de Paz a la filosofía china a través de su poesía. Afirma en el inicio del texto que “los chinos sobresalen en el ensayo breve. Objetividad, ironía, mesura, desdén por el detalle concreto, amor por la abstracción, preferencia por las formas estáticas y por la simetría de las frases: tales son, según los entendidos, las virtudes de la prosa clásica… No obstante la literatura -que no solo es, entre las vivas, las más antiguas del mundo, sino también una de las más ricas- ofrece ejemplos de vivacidad, dinamismo y poesía espontánea y pintoresca, en los que la geometría cede el sitio a la gracia y a la ciencia retórica a la inspiración…” De inmediato comienzan las traducciones a los hermosos poemas que narran historias hermosas, contradictoriamente musicales y profundas. Algunos poemas fueron bautizados por el propio traductor.
Y aquí termina este breve resumen de la obra Chuang Tzu de Octavio Paz, un amante de la filosofía, la literatura y la pintura chinas. Nos vemos en la próxima. Seguimos con este pensador mexicano y universal.