Tavito Vásquez, el mejor saxo alto de la República Dominicana

Tavito Vásquez, el mejor saxo alto de la República Dominicana

Tavito Vásquez

“Estaba tocando un solo, estaba tocando mejor que nunca, muy contento, con su temperamento jovial y relajado. Entonces la canción se encendió bastante, había bastante energía, y llegó el momento en que ya dejó de soplar, y se cayó”.

Así describió el bajista Petter Nova el último momento de vida de Cleto Octavio Vásquez Ramos (Tavito), definido como el mejor saxo alto de la República Dominicana. El intérprete y compositor murió tocando, aferrado a su saxofón durante una presentación en el restaurante La Briciola, de la Zona Colonial.

Petter, quien actuaba esa noche junto al virtuoso maestro, relató que la caída de Tavito con su saxo fue impresionante, “pues parecía que él y su instrumento no querían separarse. El se golpeó cuando cayó, pero supongo que ya no lo sentiría”.

Le aplicaron primeros auxilios y lo llevaron a un centro de salud, pero nada había que hacer.

Era un artista humilde, sencillo, “de gran corazón”, creativo y productivo que afirmaba vivir para Cristo y su familia. Pertenecía a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, por eso no tocaba sábado y domingo.

A pesar de sus inolvidables composiciones y magistrales presentaciones, vivió en una sencilla vivienda de Herrera. Sin embargo, sirvió como músico durante años al Ejército Nacional, la Policía, a Radio Santo Domingo Televisión.

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Con gran responsabilidad familiar, percibía una pensión de apenas 840 pesos, por lo que alegaba no poder detenerse en el ejercicio de su arte que no solo era pasión sino obligación.

En un nostálgico trabajo sobre Tavito Vásquez, el sociólogo José Del Castillo lo evoca tocando en Le Café, El Bodegón, Café Capri, hoteles Jaragua, Hispaniola, Santo Domingo, Sheraton, Lina, El Embajador, Cervantes, en el Tiffany Bar del Continental, El Castillo del Mar, Café Saint Michel, Mesón de Bari y otros lugares desaparecidos o existentes de la capital.

“Ganándose el pan como un obrero de su oficio, le sorprendió la Parca destrozándole el corazón en plena actuación… Yo sé que en ese momento una escalera de saxofones, formada por saxofonistas muertos, le ayudó a ascender al cielo…”, concluyó.

Hacía tiempo que Tavito padecía problemas cardiacos, pero desobedecía la indicada orden de reposo. El amor por la música sobrepasaba todo razonamiento.

Familia de músicos

Tavito nació en Santiago el 24 de abril de 1925 y pasó su infancia en el llamado Callejón de la Alegría o callejón de los Vásquez, rodeado de una familia de músicos. Su abuelo, Avelino Vásquez, era saxofonista folclórico y su padre, Miguel Ángel (Niño Vásquez), trompetista, le inculcó los primeros conocimientos musicales. Contaba doce años cuando ya tocaba en la banda de música local. Su madre era Nina Ramos.

El músico Juan Colón afirmó que Tavito “tocaba el saxofón para merengue con el mismo nivel de virtuosismo que los grandes saxofonistas norteamericanos aplicaban al jazz”.

Fue director musical de la orquesta Santa Cecilia, saxofonista del Trío Reynoso y formó parte de las orquestas Maravilla, “Liras del Vásquez” y Hermanos Vásquez. Era también clarinetista y saxofonista de planta de La Voz Dominicana.

Laboró en un programa radial de música típica con el conjunto Alma Criolla, “ganando fama por sus improvisaciones con saxofón”, se comentó en una tertulia sobre Tavito organizada por el Centro León.
Grabó el álbum “Tavito Vásquez Saxo Merengue” en el que incluyó los temas El merengón, El negrito del Batey, Los saxofones, Caña brava, Con el Alma… Fue el autor de Monte Adentro.

Vásquez se casó dos veces, la segunda con Susana Castro. Entre los hijos de sus matrimonios se cita a: Miguel, Cinthia, José, Arelis, Consolada, Anny, Esther, Miguelina, Susana Victoria, Betania, Jacqueline, Samuel David, Miguel y José son músicos.

Tavito falleció el 26 de enero de 1995. El cronista de arte José Tejada Gómez pormenorizó el sobrecogedor final: “Cuando Tavito Vásquez fue derribado por un infarto fulminante, los presentes observaban impresionados cómo el laureado músico y su saxofón parecían aferrados, sin quererse separar uno del otro”.

Interpretaba “como en sus mejores tiempos la pieza “Unitología” del célebre saxofonista estadounidense Charlie Parker, a quien tenía como su ídolo”, agregó.