Por Henry Ely
Sin duda alguna desde hace más de veinte años el ojo humano ha sido sometido a un esfuerzo constante que nunca realizó antes. Y todo por el uso, no solamente de computadoras y tablets, sino por el aparato electrónico más usado en el mundo: el teléfono inteligente.
Esto ha provocado que el ojo esté todo el tiempo acomodándose para poder enfocar a una distancia cercana, acción que exige mucha fuerza, lo que provoca que a la hora de la consulta muchos pacientes lleguen con cefaleas frecuentes, cansancio visual, picazón, los ojos rojos, dolor retro-ocular, mareos, hipersensibilidad a la luz e, inclusive, presentando nauseas y vómitos.
La explicación de este fenómeno es por un cambio en la curvatura del cristalino, que es el lente interno del ojo que en posición de reposo nos sirve para enfocar de lejos.
Pero además cuando necesitamos enfocar de cerca estos músculos ciliares reciben un mandato del cerebro, tiran de las fibras zonulares y cambian la curvatura del cristalino permitiendo así que podamos enfocar objetos cercanos y que podamos leer.
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Cuando este esfuerzo es constante y por mucho tiempo, estos músculos se convierten en músculos sobre-entrenados y provocan que el paciente a la hora de una evaluación visual presente falsas medidas en el equipo de autorefractometría, mostrando casi siempre valores con tendencia a una falsa miopía.
Esta condición se ve cada vez más en poblaciones más adultas, aún pasando de los cuarenta años de edad.
Hay que resaltar que esta condición no la veíamos tan frecuentemente en tiempos pasados, por eso en la actualidad es primordial acudir al oftalmólogo cuando se presentan los síntomas anteriormente citados y, no menos importante, al hacerlo hay que someterse a una cicloplejía o parálisis de la acomodación para poder descubrir el verdadero defecto visual.
Este procedimiento es el que se denomina comúnmente dilatación pupilar porque, al paralizar la acomodación, el efecto que lo acompaña es una midriasis o dilatación de la pupila.
Entonces solo así podremos detectar los verdaderos defectos con los que llegan los pacientes a la consulta de oftalmología en estos días, aún pasando de los cuarenta años de edad, y no caer en los tan comunes errores de prescripciones equivocadas que añaden más esfuerzo a la hora de ver a poca distancia y mantienen a los pacientes buscando respuestas a su falta de mejoría, yendo de médico en médico y no usando más los lentes.
En el congreso de la Sociedad Dominicana de Oftalmología, realizado en el Hard Rock Hotel de Punta Cana, presentamos un trabajo de investigación con 962 pacientes que demuestra todo lo anteriormente expuesto y nos convence que nuestros ojos ya no son los mismos de hace 25 años, por lo que debemos abordarlos de una manera totalmente diferente a la hora de la consulta oftalmológica o con el optómetra.
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