Con rabia e impotencia, miles de personas conmemoraron esta semana los cinco años de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela de la Normal Rural de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, México. Con consignas contra el gobierno, fotos de los jóvenes y pidiendo su retorno “sanos y salvos”, familiares y allegados marcharon el jueves hasta el zócalo de Ciudad de México. En repuesta, el presidente Andrés Manuel López Obrador, ante la inoperancia de su antecesor el presidente Enrique Peña Nieto, prometió acelerar las pesquisas. Por su oscuridad, el capítulo de Ayotzinapa podría ir a Guinnes o competir con el asesinato del presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy. Investigaciones, papeles y nada.
¿Qué dicen las indagatorias?.- Por el crimen organizado, la guerra que libran los cárteles de la droga y el silencio de muchos, armar “la noche trágica de Ayotzinapa” es un maldito rompecabezas difícil. La versión más manoseada dice que “la noche del 26 de septiembre de 2014 alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos fueron tiroteados por policías municipales de Iguala. En la balacera murieron 6 jóvenes y 43 fueron arrestados y entregados al cártel Guerreros Unidos, quienes los mataron y quemaron sus cadáveres en un basurero”. Hoy los análisis ponen en duda la incineración.
Romper pacto de silencio.- En este aniversario, Obrador dijo que se interrogarán más exfuncionarios y quizás al expresidente Peña Nieto. Ya se han analizado 80 millones de llamadas y más de 60 sospechosos siguen presos. Las autoridades confían que alguien “abra la boca”, y rompa lo que Obrador llamó “pacto del silencio”, que al parecer envuelve a muchas personas. Y es lógico. Para someter a la obediencia a 43 personas se necesita un grupo de atacantes. Se espera que, por lo menos, uno hable y arroje luz sobre el oscuro y doloroso caso de Ayotzinapa.