En diferentes épocas el país ha sido víctima del individualismo. El que algunos definen como la tendencia a obrar según su propia voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones de los demás, aunque pertenezcan al mismo grupo. Sin atender a las normas de comportamiento que regulan las relaciones de un conglomerado. Sociólogos lo han definido como la tendencia que le otorga primacía al individuo respecto a la colectividad.
Este viejo comportamiento ha crecido y se manifiesta en todas las esferas. Cosas tan simples como que alguien se parquee donde le dé la gana, ponga música al volumen máximo, o incluso que un grupo se pare delante de una vivienda y armar un jolgorio a todo meter, sin importar la hora. Pero esas, aunque molestas, no son necesariamente las que más preocupación provocan.
El individualismo, lamentablemente ha corroído las cimientes más profundas de nuestra sociedad. Y aunque en algunos aspectos se han logrado determinados acuerdos, se podría decir que podríamos encaminarnos a ser víctimas de esa forma de pensar y actuar. Eso ha impedido el logro de metas conjuntas. Es más, ni siquiera con criterios diferentes, aunque apuntando hacia los mismos objetivos.
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En el pasado se ejecutaron proyectos individuales e incluso de grupos, pero nadie puede afirmar que fueron proyectos de conjunto tomando en cuenta los diferentes criterios y corrientes de pensamientos tanto políticas como económicas. Tampoco la conveniencia ni las posibles consecuencias.
Tanto dentro de los grupos económicos o empresariales como de los diferentes partidos, hay dirigentes que cada uno tiene una concepción diferente de lo que somos y lo que deberíamos ser. Se promovieron y ejecutaron proyectos, pero no necesariamente los que les convenían a la nación. Actuaron como orquestas cuyos directores casi nunca se pusieron de acuerdo con los músicos. Solo interpretando la melodía de su gusto.
Con frecuencia se ha escuchado decir que nuestro país ha vivido en permanente período de transición. Pero más que otra cosa, parecería como si nos quisieran mantener en un estado de permanente indefinición. Así, cada vez que surgían temas de importancia o adoptar medidas con carácter permanente, se presentaban fórmulas variopintas, indefinidas o acomodadas.
Por eso reitero la conveniencia de crear un Consejo de Desarrollo Nacional. Con personas que pueden aportar ideas con criterios claros y pensando en la nación. De forma honorifica. Buscando que los buenos deseos del Presidente y del país lo conviertan en proyectos de Estado. Con definiciones específicas. Lograr lo que debieron haber sido siempre, ajustados a las circunstancias y tiempos que vive nuestro país y el mundo. Tanto para el presente como para el futuro. De corto, mediano y largo plazos. Dejando de lado las viejas prácticas de proyectos concebidos como de transición
Personalmente tengo confianza en el presente y futuro. Creo que dentro de las graves dificultades que han ocurrido y suceden en el mundo, Luis Abinader se ha manejado dentro de los límites de lo prudente, conveniente y posible. El país ha logrado ir superando dificultades, pero hay que impulsar esos logros. Fortalecer áreas. Redefinir y corregir aspectos arrastrados del pasado. Concretizar los aspectos más neurálgicos y lograr su implementación.