La vulnerabilidad de la frontera a infiltraciones al país de distintos tipos, y hasta a cierta criminalidad inversa que trafica armas de fuego y municiones desde aquí hacia Haití, está expresada en la frecuente detección de furtivos viajeros haitianos en unidades del transporte interurbano dominicano. Hechos numerosos que delatan aguda insuficiencia de la vigilancia en el borde mismo del territorio nacional que, aparentemente, el patrullaje de carreteras nacionales estaría atenuando en alguna medida. Aumenta alarmante la posibilidad de que hallaría paso libre por tales brechas el desenfreno de los malhechores dominantes en el ámbito vecino y por que el retorno masivo y forzoso de refugiados haitianos desde Estados Unidos a su lugar de origen haría que la opción de moverse hacia la parte oriental de la isla resulte más recurrida que antes. Declarar terroristas a los pandilleros haitianos significa que República Dominicana pasa a considerar la violencia interior de Haití como el mayor coadyuvante al colapso institucional vecino que tiende recurrente a transferir efectos colaterales hacia este lado; amenaza al orden y la seguridad internos con actos precursores.
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Oportuno que el Instituto Duartiano proponga severidad de sanción a cualquier funcionario civil o militar que participe directa o indirectamente en el tráfico de viajeros haitianos algunos de los cuales, en recientes episodios, fueron descubiertos localmente como integrantes de una de las pandillas criminales de Puerto Príncipe. La impunidad de conductas lesivas a los intereses de ambas naciones explican el auge logrado. Asomo de una insospechada vinculación trasnacional de la barbarie que había dado otro impresionante indicio en el expediente formulado a agentes policiales dominicanos encausados por un cuantioso tráfico que duró meses, y que desde aquí habría suministrado a los bandoleros materiales bélicos sustraídos de los depósitos de la institución policial. La peor crisis de inseguridad al otro lado de la frontera alimentada materialmente, según la acusación, con recursos letales de procedencia dominicana. Una contribución a la existencia de lo que ya, oficialmente, tiene carácter terrorista con bifurcación fronteriza de toda gravedad. Endurecer medidas contra esas prácticas es lo que procede y ojalá que sirva de mucho.