Testorena Split, novela de Efraím Castillo (2 de 2)

Testorena Split, novela de Efraím Castillo (2 de 2)

En la primera parte (6/7/24) sobre la novela “Testorena Split” de Efraím Castillo hicimos un primer acercamiento a una posible lectura desde delante y desde detrás del texto narrativo. Otra interpretación que demandaría una lectura desde dentro de Testorena Split sería la prolongación del tema-mito, ya abordado por Castillo en su novela “El Personero”, en torno al falo o pene de doce pulgadas que porta Arturo, personaje central de “Testorena Split” apodado “Culebra”. Este es sicoanalizado por El Doctor y le relata su pasado como militar del ejército trujillista que ejecutó la matanza de haitianos en 1937 y reconstruye sus traumáticas y conflictivas memorias con la ayuda del siquiatra.

El mito-motivo del pene de doce pulgadas lo había introducido Castillo en “El Personero” en el personaje del jardinero moreno que con un pene de doce pulgadas viola a Sandovalito y lo empuja desde joven por la ruta de la homosexualidad, primero programada por la madre como secuela de venganza hacia el esposo-padre Sandoval y luego discretamente en medio de una sociedad homofóbica tutelada por la moral machista trujillista hasta desembocar en una homosexualidad libre como opción de realización de la pulsión erótica de un sujeto.

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Una lectura de “Testorena Split” desde dentro del texto, supondría explorar primeramente la estructura narrativa de la novela y las estrategias organizativas y de sentidos que plasma Castillo en la construcción del mundo imaginario que concentra la narración. Esta lectura debería, precisar y explorar, además, su poética-praxis de la ficción mimética, tal y como se concibe en la tradición de la novelística occidental, en la cual se inserta Castillo desde la estrategia de la novela neohistórica, tan cultivada en las últimas décadas en la novelística latinoamericana.

En cuanto a su estructura, “Testorena Split” está segmentada en 39 capítulos, cuyo inicio de cada trazo corresponde a un acontecimiento del devenir histórico dominicano del siglo XX y que toma como paradigma o paratexto una fecha emblemática que cubre un interregno que se extiende desde 1920 hasta 1978, año en que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) gana las elecciones y se cierra el ciclo de los 12 años de gobierno de Joaquín Balaguer.

En el espacio que se explaya la novela (1920 a 1978) se entrecruzan y coexisten varias tramas a través del personaje Ramírez (también Arturo) y quien, además de militar tiene vocación de poeta romántico. Será por medio del diálogo-testimonio y entrevista médica de Ramírez con el Doctor (personaje casi una sombra) que éste irá recuperando fragmentadamente de sus complejas memorias sus relaciones amorosas con Berenice (apodada la Soga del diablo por su pelo seductor y envolvente), con la dulce y bella libanesa Kamel con quien termina casándose y con quien se desquita violentamente de sus frustraciones de un pasado tempestuoso alrededor de cuyas remembranzas girarán el ingenio Sonrisa, el ingenio Haina, Bayaguana, el río Comate, San Pedro de Macorís, los abusos de la invasión militar norteamericana de 1916-1924 y el preámbulo al surgimiento de la dictadura de Trujillo en 1930.

Este ejercicio memorístico que constituye el hilo secuencial que concentra el contenido semántico histórico del texto es el encadenamiento que le da sentido y validez a “Testorena Split” como ficción neohistórica al interior de la novelística dominicana de manera resplandeciente, adecuada y convincente.

Hacer hermenéutica desde debajo del texto de una novela tan multisémica como “Testorena Split” supondría articular una exégesis sobre las presencias de los migrantes libaneses (Kamel Alahan, Chabba, Safadi Mustafa y Elias Manzur), haitianos (Mudi, Lei, Oguin, Jean Baptiste, Santi, Orula, el boccor y Banvalé) los norteamericanos (Singleton, Watson, Teddy Wilson, O’ Kean y Cutts) y los colocolos, entre otras etnias y extranjeros, que conforman el hibridismo cultural del dominicano. Este ejercicio deconstruccionista supondría tomar en cuenta las prácticas espirituales del vudú y mágicas-hechiceras que ejercen personajes de origen haitianos, a las que habría que añadir la gastronomía libanesa, tan presente en la cocina dominicana.

Además del simbolismo que cobra la figura de José Francisco Peña Gómez en la novela, de la orientación de sentidos de “Testorena Split” se sugiere que el componente testoneril dominicano reside en su simbiosis-fragmentación y de ahí el título de la novela. De esa manera se trata de una secuencia narrativa (situada entre 1920 y 1978) que debe contar con la complicidad de un lector iniciado en el relato historiográfico dominicano. Ello por el recorrido por el siglo XX dominicano y donde la intextualidad, ya frecuente en otras novelas de Castillo, desempeña un rol muy revelador ya que recrea y reimagina las invasiones norteamericanas de 1916 y 1965, más el auge de los ingenios azucareros en manos de las multinacionales norteamericanas, la masacre de 1937 y las convivencias y el hibridismo cultural que se plasmó en la RD con la migración libanesa, haitiana, puertorriqueñas y de otras islas caribeñas que dejaron huellas en la cultura dominicana actual.

Podemos afirmar que, con la publicación de esta su quinta novela, Efraím Castillo consolida su figura de escritor como uno de los autores más paradigmáticos que ha producido la literatura dominicana. Estamos ante un auténtico polímata que ha incursionado con autoridad autoral en todos los géneros y formas posibles que posibilitan la creación de mundos imaginarios y literarios.

Es seguro que personajes como la dulce libanesa Kamel, la sensual dominicana Berenice con su pelo largo a manera de soga que amarra a los hombres con sus trucos eróticos-placenteros, las evocaciones patrióticas de Arturo, la ternura de la exiliada española Maripili, la poesía de ese otro Franklin Mieses Burgos, la trágica violación de Angelito que determinará su homosexualidad y la valentía de los patriotas dominicanos que en 1916 y 1965 enfrentaron a los invasores norteamericanos, le trastocarán y perturbarán la visión de la historia dominicana del siglo XX a los lectores que entren a esta novela.

No ha pretendido hacer una sinopsis inmanentista de “Testorena Split”, tampoco se trata de un ejercicio de análisis literario académico formal ni de un comentario mediático informal. Se trata más bien de una invitación a que lean esta fascinante novela de Efraím Castillo.

De manera que solo me resta redondear apretadamente, que ya sea desde delante del texto, desde detrás del texto, desde dentro del texto, o desde de debajo del texto que nos ubiquemos para leer “Testorena Split”, recomiendo la lectura de esta excelentemente bien escrita, estructurada y pensada novela de nuestro gran autor Efraím Castillo.

(Segunda parte de dos, de la presentación de la novela “Testorena Split”, en septiembre de 2023, en el contexto de la Feria Internacional del libro de Santo Domingo, RD)