Testosterona Split, novela de Efraím Castillo (1 de 2)

Testosterona Split, novela de Efraím Castillo               (1 de 2)

En el prólogo al libro “Filosofía de la imaginación”, de Emanuele Coccia, el filósofo italiano Giorgio Agamben, citando a San Buenaventura, dice que hay cuatro formas de hacer un libro y cito ad verbatin sus palabras aludiendo a su vez a San Buenaventura en Comm. IV sententiarum:

“1. Aquel que escribe cosas de otros sin agregar nada es un escriba (scriptor), 2. El que escribe cosas de otros agregando cosas que no son propias es un compilador (compilator). 3. El que escribe cosas de otros como principales y agrega cosas propias con la intención de esclarecer es considerado un comentador (commentator) 4. Quien escribe tanto cosas propias como de otros, pero las suyas como principales y las de otros para confirmarlas, es un autor (auctor)”.

Autor de la tradición cristiana medieval, si recupero este epígrafe de San Buenaventura en plena tardomodernidad es porque si consideramos el manejo de la exquisita intextualidad alrededor de saberes históricos dominicanos y extraterritoriales, podemos aseverar que Efraím Castillo se acopla a la tipología cuatro de San Buenaventura.

Los que hemos transitado por la obra de ficción publicada por Efraím Castillo, a saber cuentos, novelas, poesía y teatro, sabemos que Castillo es un autor en toda la dimensión de la palabra, cuya obra en general está cruzada por una fina y variada intextualidad y una polimatía excepcionales. Creo que hacer exégesis-hermenéutica y departir sobre la obra de Efraím demandaría de un equipo de lectores especializados en diversas epistemologías y metodologías, ya que su obra es una de las más espesas, multisémicas y sólida que ha producido la literatura dominicana en toda su historia. Castillo es el último gran polímata de nuestra literatura y el único que todavía coexiste con nosotros (mayores o menores que él) cronobiológicamente.

Para mí es honor y un privilegio haber sido seleccionado para presentar ante el público dominicano su novela más reciente titulada Testosterona Split. Creo que ha sido un gran acierto editorial de Isla Negra Editores y de su director Carlos Roberto Gómez publicar esta novela. Congratulo tanto a autor como a editor. Se trata de un junte estupendo que en lo adelante será muy fructífero para la internacionalización de la obra de Castillo, autor de una de las creaciones verbales más sólidas de esta otra parte del mundo, membretada como Caribe insular hispano.

Un asunto que me urge dejar resuelto inmediatamente y que demanda una pregunta es el siguiente: ¿cómo podemos hablar de un libro que más allá del autor, editor y presentador nadie más ha leído porque apenas es que sale a la luz pública? Se trata de una pregunta legítima, ya que tengo ante mí a un público que vino voluntariamente a este auditorio para saber de lo que trata esta novela y posiblemente comprarla y leerla. Se trata de un público esperanzado en que se le diga algo que lo motive a adquirir y a leer esta novela.

Por lo tanto, mi responsabilidad como comentador me exige ser justo, tanto con el autor, el editor, los lectores potenciales y con el libro mismo. Al tener ante mí un público secuestrado sería muy cómodo ceder ante la tentación de desviarme del asunto y tratar de adelantar agendas personales estéticas-ideológicas o hacer una demostración de narcisismo-exhibicionismo y lucirme como crítico entre otras posibles desviaciones que me conceden el privilegio de tener un público retenido en este auditorio.

La pregunta crítica sería, sin embargo, preguntarnos ¿cómo situarnos hermenéuticamente ante un texto de ficción. Desde una disposición antropológica, y que también puede ser extensiva a otras disciplinas que trabajan otras textualidades, coincido con Juan Maisá Clavel en su propuesta de que básicamente hay cuatro posibles lugares desde donde podemos ubicarnos para leer un texto, en este caso de ficción. Estas esferas son: 1. Leer delante del texto, 2. Leer detrás del texto 3. Leer desde dentro del texto y 4. Leer desde debajo del texto.

Leer delante del texto implica establecer un diálogo del lector con la obra en cuestión, lo que supone preguntarnos: ¿Qué me dice este libro a mí? Esta ubicación privilegia un contacto muy cercano entre el texto y el lector que muchas veces ronda lo existencial y achica la distancia entre el pasado del texto y el presente inmediato del lector.

En Testosterona Split, por ejemplo, se narra el tablado de vida de varios personajes al interior y alrededor del “Batey Sonrisa”, lugar donde nació (de padres haitianos, pero criado por dominicanos) una de las figuras políticas y cívicas más representativas y sobresalientes de la historia dominicana del siglo XX, es decir José Francisco Peña Gómez, líder carismático isleño que trascendió los límites fronterizos y se convirtió en una especie de predestinado que arropó con su verbo de trueno y su práctica política a favor de la democracia en la isla completa, al grado de ser considerado hoy día uno de los grandes referentes políticos del Caribe y América Latina que abrazó la democracia liberal parlamentaria como norte de su militancia política.

De este modo, Efraím Castillo explora y hurga en la construcción de su mundo imaginario en cómo fue el nacimiento de José Francisco Peña Gómez y abre una nueva ruta interpretativa-imaginativa que le permite al lector enterarse de que el nombre originario de Peña Gómez fue Oguín o Josué y que sus progenitores haitianos (Leí y Magrí) fueron asesinados por Trujillo en el corte del 37, mejor conocido como la masacre del 37.

Si solamente nos estacionáramos en este micro texto de los varios entretejidos textuales que concentran la totalidad textual de Testosterona Split, ese único evento sería suficiente para que el lector entrara en diálogo con los sucesos más recientes del conflicto domínico-haitiano, cuya raíz se remonta a las devastaciones de 1605 y sus respectivas secuelas en las confrontaciones armadas de 1822 y 1844, etc., y el paradigma sangriento de 1937 hasta desembocar en la crisis de 2015, a la luz de las sentencias 168-13 y 169-14 del Tribunal Constitucional de la República Dominicana que tuvo repercusiones internacionales.
En un primer acercamiento de lectura a Testorena Split habría que analizar la ironía que se monta en torno al militar Caballero (fascista, racista y antihaitiano confeso) que masacra a los padres haitianos del haitianito Oguin y sentencia que, al no matar al niño, es decir a José Francisco Peña Gómez niño, y cito sus palabras “-Creo que estamos cometiendo un error dejando vivo a este haitianito”. Lo demás es historia en la política dominicana alrededor de la figura de Peña Gómez. De modo que Caballero podría estar simbolizando el sentir del dominicano que odia al haitiano.

En esa misma orientación, la figura del soldado Caballero contrasta con la del teniente Ramírez, soldado dominicano capaz de sentir empatía hacia el haitiano y que ordena a Caballero que no asesine al infante. Irónicamente el niño es salvado por una pareja de campesinos dominicanos que crían y educan a la criaturita como a un niño dominicano. Décadas después esa criatura sería José Francisco Peña Gómez. La saga de la novela se cierra en 1978 cuando el soldado Caballero reconoce al sobreviviente en un mitin (ahora adulto y convertido en un líder político revolucionario) y trata de asesinarlo en una suerte de ajuste de cuentas que involucra al teniente Ramírez, en medio de un complot perpetrado entre la calle El Conde y la Santomé, donde quien termina siendo muerto de manera alegórica es el odiante Caballero.

Si efectuáramos una lectura de Testosterona Split desde detrás del texto este ejercicio hermenéutico supondría establecer las conexiones de esta novela de Castillo con otros de sus textos novelescos anteriores donde el lector puede identificar lugares citadinos puntuales (Calle El Conde, Calle Santomé, El Santo Cristo de los Milagros, etc., etc.) y personajes referenciales reales (ya vivos o ausentes) como el poeta Franklin Mieses Burgos, el pintor Silvano Lora, Miguel Alfonseca, Brinio Díaz, entre otros a los que habría que mencionar al propio Castillo como sujeto autoficcionalizado. Valga precisar que Castillo también aparece autoficcionalizado en dos de sus novelas previas a “Testosterona Split”. Me refiero a “El personero” (1990) y a “Guerrilla Nuestra de cada día” (2002).

(Primera parte de dos entregas, de la presentación de la novela “Testosterona Split”, llevada a cabo en septiembre de 2023, en el contexto de la Feria Internacional del libro de Santo Domingo, DN).

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