Su abuelo, José Ramón Fernández, era un próspero productor de andullo de Baitoa, pero no quiso imponerle al nieto las labores del campo. Su deseo fue que hiciera carrera universitaria y por este anhelo paternal llegó Porfirio Andalio Sebastián a Santo Domingo a edad temprana, aunque iba en vacaciones a visitar al generoso y dulce ancestro.
Fue alumno aventajado, graduado con honores aquí. En Europa también recibió lauros. Pese a su participación en política, nunca abandonó estudio y trabajo.
Nació en aquel municipio el 20 de enero de 1948, hijo de Porfirio García Díaz y Leonarda Fernández Valerio. Después del traslado al Distrito Nacional de los padres y ocho hermanos vivió en San Lázaro, San Carlos y la Zona Colonial. Estudió en el colegio San Antonio, que dirigía Aliro Paulino y en las escuelas Paraguay, República Argentina, Perito “Víctor Estrella Liz”.
Inició bachillerato en el liceo Rodríguez Objío, en la calle Padre Billini, pero lo concluyó en el nocturno Eugenio María de Hostos por la lucha revolucionaria y por el empleo de auxiliar de oficina en la secretaría de Agricultura que desempeñó a los 17 años.
Fue inspector de Espectáculos Públicos en el Ayuntamiento del Distrito Nacional durante la sindicatura de Ramón Báez Acosta y en 1966 ingresó a la facultad de Economía mientras se desenvolvía como gerente de Recursos Humanos de La Química, C. por A.
Junto a Arturo Martínez Moya, Leonardo Conde y Ramontxo Bosch se graduó a destiempo para poder salir al exterior a realizar el doctorado en la Academia de Estudios de Economía de Bucarest, Rumania.
“Mi promoción en la UASD fue la primera propiamente de economistas y ha sido una de las mejores. Ahí están los resultados”, manifiesta, y cita a Héctor Valdez Albizu, Arturo Martínez Moya, José Santos Taveras, José Malkun, Fiordaliza Martínez, Aurita Scheker, Fremio Cruz Salcedo…
Marcio Mejía Ricart era director y profesor de la Escuela, que tenía entre sus demás catedráticos a Bolívar Batista del Villar, Opinio Álvarez, Ramón Martínez Aponte, José Sosa Valentín, Gustavo Sánchez Díaz, América Bastidas, Fernando Periche Vidal… Rabochi se graduó en 1972.
Está casado con Feliciana Rojas Lantigua, madre de sus hijos Porfirio Miguel, Mariel y Masiel
Rebelde revolucionario. Antes de formar familia, Rabochi era un rebelde revolucionario que se entrenaba para una posible guerrilla calzando botas y marchando hasta Boca Chica, “por si teníamos que ir a la loma”.
También adolescente aprendió arme y desarme y en la casa de Ramón Caballero, en la José Gabriel García, fue entrenado en el uso de pistola.
En 1963, mientras Manolo Tavárez Justo y otros guerrilleros combatían en la montaña, participó “en acciones muy limitadas, pero significativas” organizadas por el Movimiento Popular Dominicano. “Tiré algunas bombas por la calle Padre Billini y me detuvieron. Estuve un día preso en la Casa Albergue, por Cristo Rey”. Tendría 15 años.
En otra ocasión lo capturaron junto a Norberto Roca por manifestarse en el malecón.
Un año después salió del MPD e ingresó al Partido Socialista Popular, opuesto “a la concepción que tenía el MPD sobre la visión de la revolución, que ya había cambiado”.
“Veía en los compañeros del PSP mayor formación política y ya estaba vinculado a Asdrúbal Domínguez”, dice, y añade que estaban militando en esa organización Roberto Cassá, Valentín Giró, Félix Frank Ayuso, Rodolfo Pierre, con los cuales había compartido en los organismos estudiantiles como dirigente de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), entre cuyos fundadores estuvo y fue vicepresidente del Comité Central y de su Primer Congreso junto a Benito Fernández y Juan B. Vargas. Posteriormente fue miembro y dirigente de Fragua.
Sobre su paso por el PSP comenta: “Me integré a la lucha política porque entendía que el país necesitaba un cambio que permitiera un mejor desarrollo, una garantía para la libertad, y que respondiera satisfactoriamente a las necesidades sociales”.
Compartió con los hermanos Juan y Félix Servio Doucudray, “a quienes admiré y estimé mucho por su lucha contra Trujillo, y con Pedro Mir”. Trabajó en el movimiento estudiantil de la Comisión Juvenil y tenía contacto directo con un sector de POASI a través de Mario Sánchez Córdova y Julián Peña. “Como estudiante que procuraba cambios, me dio gran satisfacción orientar y llevar las ideas a los obreros”.
Abandonó el partido en 1969 “pero no fui adversario, era amigo de todos”. Él se consideraba formado para la lucha y entendía que “había que continuar la guerra”.
Antes de llegar a la rectoría de la UASD trabajó en el Instituto de Estabilización de Precios, INESPRE, en las áreas de Evaluación y Planificación Económica, Planificación e Informática, Programas y proyectos, como director. Fue además, técnico del Banco de Reservas.
Es autor de las obras “Educación, paz y economía y Desde la academia. Dirigió la revista de la facultad de Ciencias Económicas en la que figuran sus colaboraciones.
En sus años de utopías juveniles devoró La Madre, de Máximo Gorki; Fundamentos del socialismo en Cuba, de Blas Roca; Segunda Declaración de La Habana; Cuestiones del Leninismo, de Stalin y Reportaje al pie del patíbulo de Julius Fucik, “que me ayudó bastante en mi formación política y como ser humano”, relata y cita de este autor una frase perfectamente memorizada, con la que se identifica:
“He nacido por la alegría, por la alegría he ido al combate y por la alegría muero. Que la tristeza jamás sea unida a mi nombre”.
Así es y ha sido Porfirio Andalio Sebastián.