La humanidad debe al niño lo mejor que puede darle… El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad…
El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. Porque la infancia es un tiempo para jugar, aprender, crecer, un tiempo en que todos los niños y niñas deberían tener la oportunidad de desarrollar sus potenciales y soñar con brillantes planes para el futuro.
Sin embargo, la más reciente estimación mundial de la OIT (Organización Internacional de Trabajo) revela que 115 millones de niños en todo el mundo están involucrados en trabajos peligrosos, que probablemente dañen su salud, seguridad y moralidad. Es evidente que existe una relación entre el trabajo infantil y la pobreza, puesto que los niños que trabajan son casi exclusivamente pobres. Pero la pobreza no es la causa del trabajo infantil, el hecho de que la proporción de trabajo infantil varíe dramáticamente entre países de niveles similares de desarrollo económico lo demuestra. Se deduce que el trabajo infantil sólo puede existir si es tratado como aceptable cultural y políticamente.
En todo el mundo, cientos de miles de niñas y niños realizan trabajos que los privan de la educación, la salud, el tiempo de ocio y las libertades elementales. Pero, donde la educación es obligatoria, disponible y entendida como importante, la proporción de trabajo infantil es más baja.
Los factores de pobreza, tradiciones culturales, prejuicios hacia grupos étnicos, religiosos o raciales, acceso inadecuado a la educación y búsqueda de mano de obra dócil por parte de los empresarios, han existido desde hace siglos. Lo que enfrentamos en estos tiempos es la globalización económica que crea lazos entre distintas economías nacionales, con lo cual la incidencia del trabajo infantil se hace más patente en los países industrializados.
Las familias empobrecidas ante la situación de ajuste económico, son colocadas en condición de vulnerabilidad social, esto es que pierden su capacidad económica y cultural de contención.
La OIT instituyó el primer Día Mundial Contra el Trabajo Infantil en el 2002 como forma de poner de relieve la gravísima situación de esos niños. La fecha se celebra el 12 de junio.