En un mundo en continuo movimiento cualquier cosa puede suceder. Así reza un dicho popular; sin embargo, gracias a los cálculos estadísticos basados en la recopilación de datos, ahora es posible predecir con cierto grado de certeza la recurrencia de un hecho dado que antes se tildaba de fortuito.
Cada día son mayores y variadas las entidades que se dedican al negocio de los seguros. Las compañías aseguradoras ofrecen pólizas de salud, accidentes laborales, heridas y muertes por tránsito vehicular, incendios, explosiones, desastres naturales y un gran etcétera.
¿Cómo calculan esas empresas el precio de las diferentes coberturas? Pues en base a la frecuencia o incidencia de un evento en el tiempo, lugar y persona.
A nuestro arribo a territorio norteamericano en diciembre de 1968 nos sorprendió el hecho de escuchar de labios de un corredor de seguros la siguiente expresión: “Usted vale 10 millones de dólares” Nunca pensé que, en la nación más desarrollada sobre la tierra en ese entonces, cada individuo tenía un determinado valor.
Sorprendido por mi ignorancia solo atiné a preguntarle: ¿Usted cómo sabe que yo valgo esa millonada? Como respuesta me mostró una tabla en la que hacía coincidir mi edad que para esa época rondaba los 23 años, la profesión de médico, la ausencia de historia heredo-familiar de diabetes, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, neoplasias, así como de trastornos mentales.
Luego agregaba los ingresos anuales que un profesional de la medicina percibía en la ciudad de los vientos como denominan a Chicago en los Estados Unidos. Al final aparecía la cifra en dólares que el agente me había expresado.
Como dominicano que soy no pude evitar volver mentalmente a la niñez para comprender algo que Juan Bosch repetía y que este servidor no terminaba de digerir. Decía Bosch: “El pueblo dominicano es inteligente”. Yo veía que los riferos y quinieleros clasificaban los dígitos de la lotería. Había cifras que se vendían más caras que otras. El fundamento se basaba en la frecuencia con que salían premiados ciertos números, en tanto que había otros que nunca resultaban agraciados.
¿Han sido y son evitables las tragedias dominicanas tratando de cruzar el Canal de la Mona, o de dominicanos en la mortal travesía desde Panamá y a través de la frontera mexicana pretendiendo arribar a territorio estadounidense? ¿Cuáles son las condicionantes que inducen a las personas a emigrar a otras latitudes? Las informaciones estadísticas nos arrojan luces bien claras: el ambiente socioeconómico en que se desenvuelven les obligan a salir en búsqueda de mejor suerte en el porvenir.
Las políticas de Estado enfocadas en la generación de fuentes de trabajo adecuadas para el sustento de las familias son el mejor antídoto para evitar estas recurrentes tragedias humanas.
Cada día son más y variadas entidades dedicadas al negocio de los seguros
¿Han sido evitables tragedias de viajeros tratando de cruzar el canal de la Mona?
El ambiente socioeconómico obliga a salir del país a compatriotas