“1961: El año de la libertad” nació como un proyecto pedagógico que aprovecha el número redondo de los 60 años para contar la dictadura, sus orígenes y su caída a partir de una exposición itinerante y una serie de herramientas didácticas.
Por: Patricia Solano y Juan Miguel Pérez
Cuando se pregunta a la población escolar de República Dominicana cómo debería ser un buen gobierno, es común la tendencia a pedir mano dura. Esa respuesta se debe al desorden social en el que viven esos jóvenes: una gran desigualdad en las condiciones y expectativas de vida; violaciones sistemáticas a sus derechos fundamentales y marginalidad. Para esa juventud, si esto es “democracia”, no sirve de mucho.
El año pasado se cumplieron 60 años de la caída de la dictadura de Trujillo, un largo período sin justicia y sin reparación ninguna. Esto consagró las bases de un modelo autoritario del uso del poder que tiene seguidores en todos los ámbitos: económico, militar, policial, y que ataca desde los primeros puestos de mando hasta un simple portero de hospital público.
“1961: El año de la libertad” nació como un proyecto pedagógico que aprovecha el número redondo de los 60 años para contar la dictadura, sus orígenes y su caída a partir de una exposición itinerante y una serie de herramientas didácticas. Se montó originalmente en el Centro de los Héroes de mayo a noviembre del 2021 y luego en el campus del City College en Nueva York.
Le invitamos a leer: ¿Quién le teme a la democracia?
El proyecto fue acogido y auspiciado por la Presidencia de la República como una campaña nacional educativa para poner en valor los principios democráticos desde el conocimiento del autoritarismo. Precisamente, uno de los segmentos de público a los que se dirige es a los propios funcionarios de Gobierno, que como gran parte del pueblo, heredan y ejercen prácticas que fueron pilares de la dictadura: concentración de poder, autoritarismo, culto a la personalidad y apropiación ilícita de dinero público.
Esta serie de artículos que concluye hoy ha sido parte del proyecto, así como un conjunto de material audiovisual que se encuentra colgado en el canal de Youtube “1961libertad” y en el sitio web del mismo nombre. El proyecto, sin embargo, no concluye aquí. La exposición itinerante viaja muy pronto a la ciudad de Puerto Plata y así seguirá por más localidades, tanto en RD como en los Estados Unidos.
El tema es necesario.
En estos 60 años, el Estado dominicano y las clases dirigentes han preferido conservar las prácticas antidemocrácticas para provecho propio, usando el poder a conveniencia en el mejor estilo trujillista. La resistencia a un cambio democrático es fuerte, sumamente fuerte, porque hasta ahora a esas élites les ha ido bien con ese modelo. Al resto del pueblo no.
Para lograr justicia social ese modelo necesita ser transformado. Sin duda, la memoria histórica del pueblo dominicano y sus valientes jornadas de lucha son su principal patrimonio político para llevarlo a cabo.
Puede leer también: El jefe que sigue vivo en el uso del poder
Esta serie de 30 artículos, como la exposición, ha querido servir de inventario sobre cómo fue la dictadura y cómo el pueblo pudo librarse de ella. Seguirá andando, porque ya lo dijo Marcio Veloz Maggiolo: “La historia crece como un fuego enorme, y hombres con alma libertaria claman: treinta de mayo del sesenta y uno: pan y justicia faltan, recordadlo”.